Jakob van Loo
Sluis, 1614-París, 1670
Hijo del pintor de género Jan van Loo, con quien inició su formación, Jacob van Loo nació en 1614, en Sluis, cerca de Brujas. En 1642 está documentado en Amsterdam, donde contrajo matrimonio con Anna Lengele, hermana del pintor Maerten Lengele. Durante los diez primeros años de su estancia en Amsterdam sus pinturas estuvieron bajo la fuerte influencia de la escuela flamenca, en especial de Van Dyck. Las obras de esta primera etapa son complejas composiciones, casi siempre de tema mitológico. En la década de 1650 comenzó a pintar escenas galantes que presentan músicos, soldados y jóvenes muchachas entretenidos en juegos, conversaciones y coqueteos, en las que se enfatiza la relación entre los personajes y la narratividad de la escena. Estas composiciones están consideradas uno de los primeros ejemplos de este género y fueron fuente de inspiración para obras similares de Vermeer. En este periodo Van Loo se aproximó a la obra de Gerard ter Borch y Nicolaes Maes, y está considerado, junto con Gerbrand van den Eeckhout, el creador de las llamadas «piezas de conversación». Van Loo también fue muy apreciado como retratista, recibiendo en 1658 dos importantes encargos: Las regentas y Los regentes de Almshouse de Haarlem (Frans Hals Museum, Haarlem).
En el otoño de 1660, Van Loo se involucró en una pelea que acabó con un fallecimiento. Siendo acusado del homicidio, huyó de Holanda, estableciéndose en París. En Francia continuó su carrera artística con gran éxito, y fue admitido en 1663 en la Real Academia de Pintura y Escultura como retratista. Su obra de ingreso fue el retrato de Michel Corneille el Viejo (París, Musée du Louvre), en el que Van Loo consiguió, a través de la elocuencia de los gestos y sin ningún atributo, trasmitirnos los rasgos más característicos de su personalidad. Sus dos hijos, Jean van Loo y Abraham, siguieron los pasos de su padre, trabajando ambos como pintores en el sur de Francia. Sus descendientes también continuaron la tradición familiar que llegó hasta el siglo XIX.
En el otoño de 1660, Van Loo se involucró en una pelea que acabó con un fallecimiento. Siendo acusado del homicidio, huyó de Holanda, estableciéndose en París. En Francia continuó su carrera artística con gran éxito, y fue admitido en 1663 en la Real Academia de Pintura y Escultura como retratista. Su obra de ingreso fue el retrato de Michel Corneille el Viejo (París, Musée du Louvre), en el que Van Loo consiguió, a través de la elocuencia de los gestos y sin ningún atributo, trasmitirnos los rasgos más característicos de su personalidad. Sus dos hijos, Jean van Loo y Abraham, siguieron los pasos de su padre, trabajando ambos como pintores en el sur de Francia. Sus descendientes también continuaron la tradición familiar que llegó hasta el siglo XIX.