Calle de París
Maximilien Luce nace en París el 13 de marzo de 1858; su padre, parisino, es empleado de ferrocarriles y su madre es oriunda de la Beauce, lo que tal vez explique que el artista muestre idéntico interés por el campo y por la ciudad. A los dieciséis años de edad ya está de aprendiz en un taller de escultura en madera y enseguida se matricula en las clases nocturnas de la Académie Suisse, donde conocerá a Carolus-Duran.
Tras hacer el servicio militar, se gana la vida como grabador en el taller Froment, donde conoce a Léo Gausson y a Cavallo-Peduzzi, que forman parte del «Groupe des Indépendants». Estos contactos serán fundamentales para Luce.
La revolución impresionista produce un gran impacto en el joven artista que, hasta entonces, sólo ha realizado retratos de familia en tonos muy oscuros o interiores austeros aunque ya prometedores.
Por supuesto Luce no es indiferente a la experiencia de la división de los colores; sin embargo no se somete sin restricciones a la influencia neoimpresionista. Por su carácter independiente no podía aceptar sin reticencias una teoría cuyos límites estaban tan claramente definidos. Digamos que, con respecto a los neoimpresionistas, mantendrá la postura del simpatizante capaz de asimilar sus enseñanzas y la utilización de los colores puros sin renunciar por ello a desarrollar sus propias ideas; Luce prefiere dejarse guiar por su instinto que por los planteamientos teóricos, siguiendo en este sentido el ejemplo de Pissarro que, por su parte, sólo pasó por una breve etapa puntillista.
Esto explica que Luce haya recurrido alternativamente a la técnica divisionista, que marca ampliamente su obra entre 1888 y 1897, y a un estilo más libre, de pincelada más amplia. Hay que precisar que la pincelada dividida obliga a pintar más despacio, lo que supone un freno bastante incómodo para un pintor tan espontáneo como lo fue Luce.
Entre 1888 y 1892 expone en todas las ediciones del Salon des Indépendants, en las que presenta principalmente vistas de París y de sus alrededores.
De esta época data precisamente el cuadro Calle de París, cuya composición se basa plenamente en la perspectiva y que forma parte del abundante grupo de lienzos en los que Luce, testigo perfecto de su época, se deleita mostrándonos la animación de las calles y de los muelles, en los que cada personaje de los muchos que incluye en el cuadro, además de estar presente en la composición, tiene vida propia. Tras estudiarlos mediante la realización de un gran número de bocetos, Luce los ejecuta con unas cuantas pinceladas rápidas.
En su prefacio del catálogo de la exposición retrospectiva de 1958, celebrada en la Maison de la Pensée française, Georges Besson habla de Luce en los siguientes términos: «¿Qué otro pintor contemporáneo fue un retratista tan penetrante como él? ¿Quién evoca con semejante abundancia de recursos la miseria de los soldados licenciados en 1916 en la Gare de l'Est, las colas de las amas de casa ante las tiendas [...], las calles parisinas de viviendas miserables despanzurradas, el mundo de los terraplenadores, de los laminadores [...], el tenderete del zapatero remendón [...] o también El obrero aseándose [...]?».
Esta Calle de París de 1888 ilustra a la perfección la adhesión de Luce al Neoimpresionismo y su rechazo de los postulados teóricos: la pincelada aparece dividida, pero cabría decir que con cierta libertad; la misma libertad que tienen los transeúntes que recorren la calle o la cruzan, entregados a sus ocupaciones o dirigiéndose a su trabajo. El cuadro evoca ciertamente las distintas versiones de La rue des Abbesses, ejecutadas unos años más tarde, cuando Luce ya ha adquirido un dominio perfecto de su arte.
Aunque el pintor siempre trata de huir de la teoría, al analizar sus obras se advierte perfectamente que ha asimilado los postulados y que éstos impregnan su obra. Los lienzos de 1895 reflejan una libertad en la que el Divisionismo, sin ser la tónica dominante, está ampliamente presente.
Denise Bazetoux