Húsares al galope
1913
Óleo sobre lienzo.
37,5 x 56,1 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Nº INV.
655
(1980.50
)
Sala 36
Planta primera
Colección permanente
Húsares al galope nos muestra el fuerte impacto de la simultaneidad futurista en la pintura de August Macke. La traducción al alemán del «Manifiesto técnico de la pintura futurista» de 1910 fue publicada por Herwarth Walden en la revista Der Sturm en marzo de 1912, coincidiendo con una exposición de obras de los italianos en su galería berlinesa.
Según Vriesen, la obra fue pintada en el estudio del artista de Bonn en 1913 y el tema, tan poco usual en su obra, puede derivar de su alistamiento como voluntario en el Regimiento de Infantería 160 en 1908. El carácter abocetado de la composición se debe sin duda a que Macke estaba esencialmente preocupando por la captación del movimiento. La imagen de jinetes en acción era un motivo especialmente apreciado por los futuristas, que en su manifiesto se referían al galope de los caballos con las siguientes palabras: «Por culpa de la persistencia de la imagen en la retina, las cosas en movimiento se multiplican, se deforman, sucediéndose, como si de vibraciones se tratara, en el espacio que recorren. Así, un caballo a la carrera no tiene cuatro patas, sino veinte patas, y sus movimientos son triangulares».
Paloma Alarcó
Según Vriesen, la obra fue pintada en el estudio del artista de Bonn en 1913 y el tema, tan poco usual en su obra, puede derivar de su alistamiento como voluntario en el Regimiento de Infantería 160 en 1908. El carácter abocetado de la composición se debe sin duda a que Macke estaba esencialmente preocupando por la captación del movimiento. La imagen de jinetes en acción era un motivo especialmente apreciado por los futuristas, que en su manifiesto se referían al galope de los caballos con las siguientes palabras: «Por culpa de la persistencia de la imagen en la retina, las cosas en movimiento se multiplican, se deforman, sucediéndose, como si de vibraciones se tratara, en el espacio que recorren. Así, un caballo a la carrera no tiene cuatro patas, sino veinte patas, y sus movimientos son triangulares».
Paloma Alarcó