El Maestro de Grossgmain fue un pintor austríaco, activo hacia 1500, que toma su nombre de las tablas del altar de la iglesia de la Ascensión de Grossgmain, ciudad cercana a Salzburgo. Se cree que pudo haber recibido su formación con Rueland Frueauf el Viejo, ya que se evidencia cierta influencia de éste en sus obras. Su pintura se caracteriza por el uso de arquitecturas que comprimen ligeramente el espacio en el que inserta sus figuras. En esta tabla este maestro anónimo representa a san Jerónimo con el atuendo de cardenal, sentado ante un escritorio con un libro abierto, que alude a su trabajo como doctor de la Iglesia. Sobre sus piernas se apoya un león, al que, según La Leyenda Dorada había curado una herida en su pata. En este panel destaca el manto del santo, que dota a la figura de un gran volumen y que cae ocupando en su totalidad la parte inferior de esta obra. La figura se ha relacionado con las de San Ambrosio y San Agustín, que se conservan en la Österreichische Galerie de Viena y con un Santo abad, de una colección de Ratisbona.

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El Maestro de Grossgmain, personalidad aún sin identificar, se inscribe en el foco austriaco. Su nombre, así como el eje en torno al cual se ha ido reconstruyendo su obra, se debe a cuatro tablas con escenas religiosas procedentes de una iglesia en la localidad de Grossgmain, próxima a Salzburgo. Su estilo, sin embargo, refleja un fuerte influjo de otro de los grandes maestros austriacos del siglo XV, Rueland Frueauf el Viejo, con quien pudo haberse formado en su taller. Pero a pesar de estas similitudes, la crítica ha encontrado elementos diferenciadores entre ellos, como el colorido que el Maestro de Grossgmain aplica con gran intensidad, la libertad que muestra al insertar las figuras en el espacio y detalles más explícitos, como es la simplificación de la estructura de los pliegues de las ropas que evita las formas propuestas por Frueauf.

San Jerónimo como cardenal procede de la colección vienesa Figdor y fue subastada en Berlín en 1930; dos años más tarde, en 1932, ingresó en la colección Rohoncz. La pintura, que se dio a conocer a la crítica a principios de siglo XX, estuvo atribuida a Rueland Frueauf y así figuró en las publicaciones de la Colección hasta finales de la década de los años sesenta. Su actual adscripción se debe a Otto Pächt, que, en 1929, fue el primero en vincularla al Maestro de Grossgmain, sugerencia que fue aceptada por Christian Salm en el catálogo de la colección Thyssen-Bornemisza de 1969 y propuesta a la que añadieron otros historiadores que se acercaron a la pintura.

San Jerónimo, en esta tabla, está representado como cardenal y como doctor de la Iglesia. Lo identificamos por el capelo, ornamento característico de los cardenales, por el color, típico de estos prelados, así como por el libro, abierto encima del pupitre, que alude a su trabajo, y en último lugar, por el león, animal vinculado a su leyenda que también es el símbolo del evangelista san Marcos. La difusión de la leyenda del león en la vida de este Padre de la Iglesia latina se debe a La leyenda dorada. Según este texto, una tarde en que san Jerónimo y los monjes estaban fuera del convento leyendo y escuchando las Sagradas Escrituras, se acercó un león cojeando. San Jerónimo se aproximó al animal, que le extendió su pata, momento en el que el santo llamó a los monjes para que le lavaran la extremidad y se la examinaran, extrayéndole finalmente la espina que le había producido la herida. El león, tras su cura, se quedó a vivir en el convento como un animal doméstico más, al que san Jerónimo asignó el oficio de cuidador del asno de la comunidad.

El Maestro de Grossgmain concibe a san Jerónimo en un momento de descanso en su trabajo, al que alude el libro abierto en el pupitre, cuando aprovecha para acariciar al manso animal que apoya sus patas en las rodillas del santo. La figura está construida con volumetría y con un generoso manto cuyos pliegues, cuidadosamente doblados y perfilados, ocupan casi por entero la mitad inferior de la tabla. El pupitre y el libro crean una pronunciada diagonal que el artista contrarresta con la posición del santo, con el banco donde se acomoda y con los sobrios sillares que trazan la estancia.

Esta pintura se ha puesto en relación con dos santos obispos que, con interrogación, se han identificado con otros dos doctores de la iglesia, San Ambrosio y San Agustín, conservados en la Österreichische Galerie de Viena y cuya puesta en escena recuerda, aunque con una mayor riqueza, a la de este San Jerónimo. Al grupo se ha añadido la figura de un Santo abad, en Ratisbona, reconocido con reservas como san Benito. Los dos Padres de la Iglesia procedentes del museo vienés están fechados en el mismo año que el San Jerónimo del Museo Thyssen- Bornemisza, datación que también se ha aceptado para el Santo abad de Ratisbona.

Mar Borobia

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