El Gran Canal y puente de Rialto, Venecia, vistos desde el norte
Este lienzo viene a sumarse a una numerosa serie de cuadros de análogas características que reproducen analíticamente los edificios venecianos, y cuyo autor no se ha podido identificar dentro del variado contexto del vedutismo veneciano, aunque se le identifica haciendo referencia al importante legado de Sidney y Jenny Brown, compuesto por las trece vedute custodiadas por la Fundación Langmatt de Baden, Suiza.
Estos cuadros, que por su estilo se asimilan a la obra canalettiana de Francesco Tironi, y también, según algunos críticos, a la de Michele Marieschi y su alumno Francesco Albotto, se reconocen fácilmente por la pronunciadísima distorsión de su perspectiva, que crea el efecto que hoy llamaríamos de gran angular, en el que se amplía indefinidamente el primer plano -por ejemplo el del «lecho» del Gran Canal- y se estrecha y empequeñece la lejanía. Sólo en este aspecto se puede considerar que sigue los pasos de Marieschi y de Albotto, consiguiendo una imagen arbitraria pero indudablemente sugestiva, que difícilmente encontraremos, por ejemplo, en Canaletto.
Desde luego la aplicación de la materia en esta obra consigue una superficie más cuidada que las texturas grumosas y manchadas típicas del artista anónimo, muy parecidas a las de Albotto. En cambio coincide con otros cuadros del grupo epónimo en la descripción caligráfica del aspecto físico de los edificios, cuya decadencia recoge con todo detalle, reproduciendo incluso el deterioro del enfoscado. La paleta utilizada aquí por el artista está a mitad de camino entre los modelos de Marieschi y los de Albotto, con respetuosa utilización (aunque mejor se debería decir anticipación) de los tonos agrios y fríos del segundo, del característico cielo azul surcado por nubecillas vaporosas y blancas, o, como en el cuadro que comentamos, de grupos de nubes algo más densas, de las superficies verdosas de la laguna o del Gran Canal, cruzada por líneas paralelas blancas que sugieren al mismo tiempo luminosidad y agitación del agua, o por líneas más profundas y grisáceas que representan el reflejo de los postes de amarre o de los propios edificios (obsérvese la logia que aparece en la orilla izquierda del canal).
Sólo por referencias ajenas a la obra es posible fechar la serie Langmatt en los primeros años de la década de 1740, es decir, en los últimos años de vida de Marieschi y los inmediatos a su muerte, cuando ni siquiera Albotto le daba gran importancia al vedutismo -desaparecido Canaletto y mucho antes de que Guardi se dedicara a este tipo de representación-. Succi propone, con todas las reservas y con el fin de identificar al anónimo pintor, el nombre de Apollonio Domenichini, que figura inscrito en 1757 en la fraglia (cofradía) de los pintores venecianos. Un buen número de sus vedute fue enviado, a través del marchante Giuseppe Maria Sasso, su intermediario durante veinte años, al coleccionista inglés John Strange, que había residido en la Serenissima en 1774. Desgraciadamente no nos ha quedado ninguna obra con la firma de este artista, pero no cabe duda de que la nutrida serie de las vedute Langmatt hace suponer que se trató de un encargo de algún coleccionista deseoso de poseer cuadros que ofrecieran múltiples puntos de vista de la arquitectura veneciana. Una estrecha relación entre patrono y artista podría explicar que el pintor no se preocupara por firmar las obras. Aunque también pudiera suceder que un artista de categoría media, sin especial prestigio, como lo fue el Maestro de las vedute Langmatt, estimara conveniente, desde el punto de vista comercial, mantener el anonimato en obras que un público poco entendido en la materia podría tomar por cuadros de artistas más apreciados y mejor remunerados. Hay que decir que esta obra, sin duda una de las mejores del grupo de las del Maestro de la Fundación Langmatt, se caracteriza por un cromatismo más alegre que el habitual, por la calidez de las zonas de claroscuro de los edificios, por el detalle con que están pintadas las innumerables figurillas que aparecen en las embarcaciones que surcan profusamente el Gran Canal y que pasean por el muelle situado delante de las fábricas viejas, o que se entrevén bajo los arcos del Fondaco dei Tedeschi.
Roberto Contini