Dibujos suprematistas
Los años que van de 1914, el comienzo de la Gran Guerra, hasta el periodo inmediatamente posterior a la Revolución de 1917, fueron especialmente intensos en el desarrollo de las vanguardias rusas. El ambiente revolucionario provocó la búsqueda de un nuevo arte que diera prioridad a la forma geométrica pura que se opusiera al arte figurativo pues, como proclamaba la nueva ideología política y económica, había que romper con el pasado. Kazimir Malévich, uno de los pioneros del arte abstracto geométrico, fue el organizador de 0.10. La última exposición futurista de pintura, inaugurada en diciembre de 1915 en Petrogrado, a dos pasos del Palacio de Invierno, que fue la presentación oficial del nuevo arte revolucionario ruso no-objetivo. Malévich mostró un amplio conjunto de pinturas abstractas, entre las que se encontraba su Cuadrado negro, y Tatlin sus primeros contrarrelieves, derivados de las construcciones cubistas tridimensionales de Picasso. El mismo año Malévich y Maiakovski publicaron el manifiesto del suprematismo en el que se podía leer: «El artista se ha desembarazado de todo lo que determinaba la estructura objetivo-ideal de la vida y del “arte”: se ha liberado de las ideas, los conceptos y las representaciones, para escuchar solamente la pura sensibilidad».
A partir de las investigaciones del cubismo y del futurismo, el suprematismo, que toma su nombre del término latino supremus (supremo, absoluto), planteaba la reducción paulatina de la pintura a su mínima expresión, a la que Malévich llegaría en 1918 con la serie de pinturas en «blanco sobre blanco».Por otra parte, las nuevas corrientes suprematista y constructivista soñaban con la transformación del mundo, con la supresión total de leyes y, como señala John Bowlt, se convirtieron en «agentes de la anarquía» y anticiparon «la desaparición del orden burgués europeo, identificando la Primera Guerra Mundial y el golpe bolchevique como catalizadores de la transformación social». Malévich pronto se convirtió en uno de los líderes de la revolución cultural que marcó los primeros años del Gobierno bolchevique y produjo numerosos diseños suprematistas para carteles de propaganda, escenografías teatrales o proyectos arquitectónicos.
Esta pequeña obra en la que esboza una serie de dibujos suprematistas, que perteneció a Anna Leporskaia, una alumna de Malévich, ha sido fechada por John Bowlt y Nicoletta Misler hacia 1919 por su relación con una litografía del álbum Suprematismo, publicado en 1920.
Paloma Alarcó