Composición azul-roja (Marina)
«Se trata de buscar un lenguaje o un signo plástico que contenga al mismo tiempo el mundo sensorial como emoción y el mundo espiritual como revelación última; dejar al descubierto, por medios auténticamente plásticos, las equivalencias espirituales del mundo exterior y de un mundo más interior». Esta obra fue pintada en 1949, en el estudio situado en el segundo piso de la casa con jardín que el pintor tenía alquilada desde hacía casi diez años en las inmediaciones de Montparnasse, en el n.º 203 de la rue de Vaugirard de París, en el distrito XV, donde vivió con su familia y trabajó hasta que en 1973 unos promotores derribaron el edificio.
El año 1949 supuso para Manessier la confirmación de su fama como pintor y el inicio de su carrera internacional. En efecto, ese mismo año -tres después de una notable exposición en la galería René Drouin de París con sus amigos Jean le Moal y Gustave Singier- Alfred Manessier, que tenía treinta y ocho años de edad, celebró dos exposiciones individuales en París. En el mes de abril, la galería Jeanne Bucher presentó sus primeras litografías y un conjunto de cuadros sobre el tema de Pascua. A finales de año se inauguró su segunda exposición de pintura en la galería Billiet-Caputo; el crítico André Warnod reconocía en Manessier a «un colorista enormemente dotado que consigue armonías y sinfonías suntuosamente orquestadas. Evidentemente, los temas que trata están más sugeridos que figurados, pero no obstante están presentes».
El año 1949 está igualmente marcado por la continuación de las obras de la iglesia de Bréseux, pueblecito del Franco Condado, cuyo cura, el canónigo Lucien Ledeur, un sacerdote joven y atrevido de la diócesis de Besançon, había pedido en 1948 a Manessier que creara sus primeras vidrieras que -una vez superado el escándalo inicial- marcarán un hito, pues son las primeras de la historia del arte religioso que se atreven a ofrecer temas no figurativos.
Este planteamiento no figurativo, propio del estilo de Manessier por aquella época, está rotundamente recogido en este cuadro de formato 12 de paisaje, del que apenas tenemos datos que nos permitan esbozar una historia individual particularmente destacada: no se menciona en ninguna exposición y sólo aparece en una subasta pública en Stuttgart, y posteriormente pasa a formar parte en 1961 de la prestigiosa colección del barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, en donde hasta ahora se ha conservado en la intimidad.
En esta composición poética, que en principio nos puede parecer misteriosa y «abstracta», descubrimos una retícula parcial de líneas azules y de acentos más oscuros que destacan sobre una yuxtaposición de formas y planos de distintos colores, que dialogan entre sí mediante el juego pictórico de los tonos fríos (modulación de la gama de los azules y los verdes predominantemente turquesa) «en la superficie» y de los tonos cálidos (modulación de la paleta de los carmines de granza, de los anaranjados y de los rojos ocre.) «en el fondo». La sensación de profundidad se consigue mediante unos toques discretos y más claros de ocre amarillo, de gris azulado y de malva. Escuchando esta pintura, cuyo acorde principal armoniza todos estos colores diferentes y todos estos valores saturados de alegría y de frescura en un conjunto lleno de vida, acaso sintamos como un eco de la felicidad que le embarga al artista en el momento de pintar, que para él equivalía ante todo a un acto de amor. Atendamos sencillamente al escritor Jean Guichard-Meili cuando comenta: «quien es capaz de contemplar en silencio y paz (para los que han sido creadas) las pinturas de Manessier, siente surgir dentro de sí el entusiasmo, el júbilo de la mirada y del corazón al mismo tiempo, mientras lo embarga la presencia del misterio que se acerca, que aflora a la superficie del cuadro. Misterio convertido en luz espiritual y celebrado, con alegría, por un hombre agradecido». Desde el punto de vista temático, esta composición rítmica de trazos y de signos se distancia de la serie de obras que el artista pintó en 1949 para conmemorar la Pascua y la Pasión de Cristo. Según terminaba una obra, Alfred Manessier tenía la costumbre de ponerle título -con ayuda de su esposa- para su intención con respecto al tema abordado. Evidentemente, la designación tan vaga de este cuadro -Composición azul y roja- no fue de su elección, pues está escrita en alemán sobre un bastidor que no parece ser el original y que sin duda se colocaría para la subasta de Stuttgart de 1961. Probablemente el título original es Marina.
Christine Manessier