La cocinera
hacia 1657 - 1662
Óleo sobre lienzo.
40 x 33,7 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Nº INV.
285
(1930.74
)
Sala 25
Planta segunda
Colección permanente
Gabriel Metsu trabajó la pintura de género, aunque entre sus primeras obras encontramos temas de historia, alegorías y retratos. Según las noticias que Houbraken nos facilitó sobre los pintores holandeses,
Metsu se formó en Leiden con Gerrit Dou. Sin embargo, las trazas de este maestro son inexistentes en sus obras juveniles, en las que sí se han visto características de dos artistas establecidos en Utrecht: Nicolaus Knüpfer y Jan Baptist Weenix. En la década de 1650, Metsu introdujo en su estilo importantes novedades y prestó una mayor dedicación a la representación de interiores, estudiando con atención los resultados de otros artistas especializados en el tema, como Gerrit Dou, Frans van Mieris y Nicolaes Maes, algunas de cuyas características se pueden detectar en sus óleos. En los años sesenta el artista volvió sus ojos a los maestros de Delft, y en su pintura se hizo especialmente notoria la presencia de Pieter de Hooch y Vermeer.
Este lienzo ha sido fechado por Robinson en un periodo próximo al establecimiento del artista en Amsterdam, hacia 1657-1662. Ejecutado en pequeño formato, nos presenta a una mujer en su entorno habitual de trabajo, que nos enseña, complaciente, una fuente con dos pescados. La figura se destaca del oscuro ambiente que la rodea y en el que apenas podemos distinguir el hueco de una alta chimenea, donde realiza su trabajo, con un suave golpe de luz que dibuja los elementos de los primeros planos. Metsu utiliza una gama cromática bastante sobria que anima con los blancos y con los amarillos de las telas, con el azul del delantal y con unos tímidos rojos procedentes del pescado asado.
Metsu repitió en otras dos ocasiones este asunto donde la mujer vuelve a aparecer en un contexto similar. Estas composiciones se conservan en la Gemäldegalerie de Berlín y en una tabla de dimensiones menores en la Alte Pinakothek de Múnich. En la obra de Berlín, la cocinera, con su cofia, de pie y cuerpo entero, sostiene el gancho del horno que, en nuestro cuadro, aparece sobre la mesa. El pintor reproduce en estas composiciones, Museo Thyssen-Bornemisza y Gemälde-galerie, objetos como el horno, la bandeja con los pescados o el sencillo sistema de donde cuelgan las aves. Esta reiteración, junto a otros elementos, se ha detectado en varias pinturas del artista.
En determinadas obras de Metsu se han fijado alusiones eróticas, que en nuestro caso, se podrían establecer con las dos perdices que, con sus plumas, todavía cuelgan de un gancho y al que se añade la actitud de la sonriente cocinera que nos ofrece el asado. Las aves pueden ser una referencia sexual, como se ha podido verificar en algunas pinturas holandesas, y la figura, al presentarnos el resultado de su trabajo, puede interpretarse, en ese contexto, como una alusión a su disponibilidad. Esta lectura se refuerza por la simbología de la pareja de perdices que alude a la lascivia y al placer sexual. Gaskell analiza este aspecto de la pintura al que, sin duda, hoy en día, hay que añadir el deleite de la mirada.
Mar Borobia
Este lienzo ha sido fechado por Robinson en un periodo próximo al establecimiento del artista en Amsterdam, hacia 1657-1662. Ejecutado en pequeño formato, nos presenta a una mujer en su entorno habitual de trabajo, que nos enseña, complaciente, una fuente con dos pescados. La figura se destaca del oscuro ambiente que la rodea y en el que apenas podemos distinguir el hueco de una alta chimenea, donde realiza su trabajo, con un suave golpe de luz que dibuja los elementos de los primeros planos. Metsu utiliza una gama cromática bastante sobria que anima con los blancos y con los amarillos de las telas, con el azul del delantal y con unos tímidos rojos procedentes del pescado asado.
Metsu repitió en otras dos ocasiones este asunto donde la mujer vuelve a aparecer en un contexto similar. Estas composiciones se conservan en la Gemäldegalerie de Berlín y en una tabla de dimensiones menores en la Alte Pinakothek de Múnich. En la obra de Berlín, la cocinera, con su cofia, de pie y cuerpo entero, sostiene el gancho del horno que, en nuestro cuadro, aparece sobre la mesa. El pintor reproduce en estas composiciones, Museo Thyssen-Bornemisza y Gemälde-galerie, objetos como el horno, la bandeja con los pescados o el sencillo sistema de donde cuelgan las aves. Esta reiteración, junto a otros elementos, se ha detectado en varias pinturas del artista.
En determinadas obras de Metsu se han fijado alusiones eróticas, que en nuestro caso, se podrían establecer con las dos perdices que, con sus plumas, todavía cuelgan de un gancho y al que se añade la actitud de la sonriente cocinera que nos ofrece el asado. Las aves pueden ser una referencia sexual, como se ha podido verificar en algunas pinturas holandesas, y la figura, al presentarnos el resultado de su trabajo, puede interpretarse, en ese contexto, como una alusión a su disponibilidad. Esta lectura se refuerza por la simbología de la pareja de perdices que alude a la lascivia y al placer sexual. Gaskell analiza este aspecto de la pintura al que, sin duda, hoy en día, hay que añadir el deleite de la mirada.
Mar Borobia