Retrato de una dama con un perro en el regazo
En su tiempo, Frans van Mieris fue uno de los pintores más estimados. Según Houbraken, estudió con Jacob Toorenvliet, con Abraham van den Tempel, retratista y pintor de historia, y con Gerrit Dou, que lo llamó «el príncipe de sus pupilos». Frans van Mieris siguió en sus primeras obras el estilo de Gerrit Dou, aunque su repertorio fue más amplio, y su estilo llegó a superar, en minuciosidad y refinamiento, al de su maestro. Dotado de una gran habilidad, se ayudó de detallados estudios lumínicos en los que investigó la incidencia de la luz sobre las distintas superficies, y que apoyó, para sus interiores, en unos espacios limpios y bien construidos. Como pintor de interiores, sus mejores obras se registran entre mediados y finales de la década de 1650, etapa en la que se fechan sus composiciones más logradas. Su estilo a partir de los años setenta sufrirá una leve transformación que le llevó a un mayor detalle y a una cierta severidad en los efectos lumínicos. Entre los géneros que Van Mieris trató, además de la pintura de interiores, encontramos retratos y algunos temas históricos.
Esta dama, cuya identidad permanece por el momento en el anonimato, perteneció a la colección de María Magdalena van Sluypwijk y fue subastada a su muerte, en 1803, en Amsterdam. La tabla, con una procedencia detallada, pasó durante el siglo XIX y parte del XX por varias galerías y colecciones de París, Ginebra, Berlín, Londres y Amsterdam, finalizando en Múnich, en el establecimiento de Julius Böhler, donde fue adquirida, antes de 1930, por Hans Thyssen-Bornemisza.
El pintor ha colocado a su elegante modelo de pie, con un fondo que en su lado izquierdo se abre a un cuidado jardín. La suntuosidad con la que viste esta mujer, las joyas con las que se adorna, así como el gesto que hace con el índice de su mano derecha, nos remiten a su elevado rango social. En esta pintura, a la riqueza de las telas y de las alhajas, se une una técnica preciosista elaborada con unos valiosos pigmentos. El tratamiento que Van Mieris ha dado en esta pintura al satén, a la gasa y a la piel de la estola que porta la mujer es sobresaliente, su trazo se vuelve delicado al describir los bucles de su peinado y las perlas que adornan el cuello y enmarcan el rostro, junto con las joyas que luce en su cabello. En cuanto al tipo de retrato, que cabe calificarlo de elegante y cortesano, Naumann señaló a uno de sus maestros como fuente: Abraham van den Tempel; concretamente un retrato suyo, fechado unos años antes que éste, en el que se recoge la herencia de Van Dyck en el género. Esta tela, cuando perteneció a la colección de María Magdalena van Sluypwijk, estuvo emparejada con la de un militar, actualmente en paradero desconocido.
Mar Borobia