Gran pintura del ferrocarril
La convicción del artista húngaro László Moholy-Nagy de que el arte podía influir en la vida, en lo cotidiano y en las estructuras sociales imperantes le llevó a asociarse en su juventud con la coalición de artistas en torno a la revista radical MA, editada en Budapest entre 1916 y 1919 por Lajos Kassák, que propugnaba la vinculación del arte y la actividad política. Durante su servicio militar en las filas del ejército austrohúngaro durante la Gran Guerra, en la que resultó herido, realizó numerosos dibujos inspirados en escenas militares, y en 1919 tuvo que exiliarse en Alemania por motivos políticos.
En esta pintura de la colección Thyssen-Bornemisza, realizada poco después de su llegada a Berlín y tres años antes de su incorporación como profesor a la Bauhaus, el artista ya muestra su preferencia por el lenguaje abstracto y en su obra se puede apreciar la influencia tanto del dadaísmo como del constructivismo. Moholy-Nagy creía firmemente que el arte debía adecuarse a la realidad del momento y dar una respuesta a los nuevos avances tecnológicos; por tanto, el lenguaje del constructivismo ruso le sería útil para lograr sus aspiraciones. «La realidad de nuestro siglo es la tecnología: la invención, la construcción y el mantenimiento de las máquinas», escribía el artista.
Como ocurre en La gran rueda, del mismo periodo, Gran pintura del ferrocarril adopta una composición esquemática de planos entrecruzados en la que se mezclan letras y formas geométricas. Como se deduce del título, la obra recrea el mundo del ferrocarril a través de postes, hilos de conducción, barreras de paso a nivel, etc. La propia letra «E» se refiere a la palabra Eisenbahn, ferrocarril en alemán.
Paloma Alarcó