La Virgen y el Niño en el trono con seis ángeles
Esta tabla, procedente de la colección de Rudolf Heinemann, ingresó, en el año 1981, en Villa Favorita. Registrada en una colección florentina en 1887, pasó luego por varias colecciones privadas en Escocia, Glasgow y Londres.
Fue fechada por Miklós Boskovits hacia 1415-1420 y constituyó, de acuerdo a sus dimensiones y tema, la tabla central de un conjunto similar al del altar de Monte Oliveto, conservado en la Galleria dell’Accademia de Florencia, o al de la Pinacoteca de Empori. En ambos altares, el tema central es la Virgen con el Niño acompañada, a cada lado, por parejas de santos. Boskovits hizo una propuesta de reconstrucción para este altar con un San Franciscoque perteneció a la colección Serristori, y que colocó a la izquierda de nuestra imagen, y con una tablita conservada en el Museo Narodowe, en Poznan´ (Polonia), cuyo tema es La Adoración de los Magos, y que consideró como posible pieza central de la predela. La atribución de esta tabla a Lorenzo Monaco fue realizada por Roberto Longhi en una comunicación privada de 1956, momento desde el cual se mantuvo en el repertorio del artista. En 1958 la pintura fue reproducida y comentada en un artículo de The Connoisseur que la dio a conocer a un círculo más amplio de especialistas.
Lorenzo Monaco, cuyo verdadero nombre era Piero di Giovanni antes de tomar los hábitos de la orden camaldulense en 1391, fue uno de los mejores representantes del gótico tardío en Florencia. En este temple, que Longhi valoró como un «trabajo típico del artista», se reúnen algunas de las características que dieron fama a este pintor. Entre esas señas de identidad se encuentran el uso y la combinación de los colores y la suavidad de las líneas que construyen las figuras, particularidades que en nuestra tabla se aprecian en los tonos asalmonados de las túnicas de los dos ángeles que portan los incensarios, en el rosa de las ropas de Jesús o en el amarillo y púrpura de las vestiduras de María; colores todos ellos vivos y brillantes, aplicados en una gama suave pero contrastada. La Virgen, sentada en un trono cuyos brazos contribuyen a acentuar la profundidad de la escena, es de proporciones esbeltas y elegantes, al igual que los ángeles que la enmarcan. Típicos también de Lorenzo Monaco son los adornos dorados en vestidos y algunos objetos, así como las líneas, a veces caprichosas, en las que se pliegan las telas. La curiosa posición que adopta el ángel a nuestra derecha, medio escondido tras el trono y mirando de reojo, está inspirada, según Marvin Eisenberg, en la figura de uno de los monjes de El funeral de san Francisco de la Galleria Pallavicini de Roma. El marco de la obra es original, aunque presenta una serie de adiciones modernas en su carpintería, como son la predela, las columnas laterales y la decoración que ocupa la zona superior de la estructura.
Mar Borobia