La cabaña en Trouville, marea baja
Este cuadro no es una sorpresa en la obra de Monet: el horizonte situado muy alto, el tema principal desplazado lateralmente, la ósmosis entre el mar y el cielo, todos estos elementos son característicos del maestro. Monet pinta esta obra en una región que conoce muy bien desde su juventud y en un lugar en el que trató a amigos que lo influyeron en sus comienzos: Boudin, Jongkind, Courbet... En 1881 pasa una breve temporada en Trouville, a finales de agosto, en un momento en el que su complicada vida sentimental y sus preocupaciones financieras le incitan a alejarse temporalmente de Alice Hoschedé. De esta estancia en la costa normanda queda testimonio en una carta del 13 de septiembre dirigida a Durand-Ruel, en la que le cuenta que ha tenido que acortar su visita debido al mal tiempo y que regresa con las manos vacías, sin haber podido llevar a casa ninguna obra. Sin embargo al parecer cuatro lienzos se libraron del desastre: tres óleos pintados en Trouville o en la costa cercana: Cabaña en Trouville marea baja, En la costa de Trouville, y Vendaval, así como otro pintado en Sainte-Adresse.
Cabaña en Trouville no es el primer ensayo que Monet nos ofrece de este tipo de composición en la que domina el vacío y lo efímero. En 1867 realiza un cuadro, Cabaña en Sainte-Adresse, en el que el horizonte elevado y el mar con sus veleritos recuerdan los del lienzo de Trouville. En cambio la cabaña ocupa una posición más centrada en el paisaje de Sainte-Adresse, que se presenta a modo de franja horizontal en primer término. Aun así ambas obras están muy próximas en cuanto a concepción. Se ha sugerido que la costa reproducida en la obra de la colección Thyssen no es la de Trouville sino la de Sainte-Adresse. La altura de la colina en la que se levanta la cabaña, el horizonte que señala a la izquierda una inflexión de la costa hacia Deauville y más allá, así como la configuración de la playa de arena nos inducen a pensar que se trata efectivamente de la costa próxima a Trouville, viniendo de Honfleur.
Otra semejanza llama igualmente la atención al contemplar Cabaña en Trouville: su marcada similitud con La caseta de los aduaneros (Cabaña de pescador) que Monet pintó un año más tarde, en 1882, en Varengeville, realizando varias versiones. La composición es idéntica: la línea elevada del horizonte, la elección del punto de vista, el acantilado que ocupa el ángulo izquierdo del lienzo, el emplazamiento y la forma de la cabaña.
Cabaña en Trouville es un ejemplo paradigmático de la pintura de lo efímero, en la que el tema no existe. La armonía líquida del cielo y del mar, separados por una tenue línea de horizonte más oscura, la transparencia del agua que lame la arena rubia al retirarse, son los auténticos temas de este paisaje. La costa cubierta de maleza y la casa sólo están presentes para que su masa oscura y desordenada contraste con las «magias del aire y del agua» y las realce. Una vez más, el genio de Monet interpreta las lecciones de su primer maestro, Eugène Boudin, que también fue un poeta de los efectos atmosféricos, reconocido por Baudelaire, Corot y Courbet. El deseo, que Boudin expresa a menudo, de captar la luz y hacer palpable lo efímero, se advierte en esta obra de Monet. También Boudin interpretó pictóricamente las costas normandas que, al final de su vida, se convierten en amplios espacios tratados con pinceladas largas y ligeras que rozan el lienzo sin llegar a cubrirlo. De las obras de ambos artistas se desprende una comunión de ideas.
Este cuadro probablemente influyera a otros artistas amigos; así por ejemplo, Gustave Caillebotte ofrece una versión parecida en sus Casas de Trouville de 1884, al utilizar la misma composición inspirada en los audaces paisajes de las estampas japonesas.
Anne-Marie Bergeret-Gourbin