Dos desnudos femeninos en un paisaje
Otto Mueller fue el último artista en adscribirse al grupo expresionista Die Brücke en 1910. Desde un primer momento se identificó con el interés de sus compañeros por la representación de desnudos en el paisaje, que se convertiría en tema recurrente en su producción artística. El personal estilo artístico de Mueller se pone de manifiesto en la representación de unos cuerpos femeninos de formas alargadas y angulosas, pintados con colores suaves y dotados de una ingenuidad muy sensual, no exenta de un cierto romanticismo. Con motivo de una exposición en la Galerie Paul Cassirer de Berlín en 1919, Mueller afirmó que su principal deseo era expresar con la mayor simplicidad posible los sentimientos del hombre en la naturaleza y que para lograrlo se basaba en el arte del antiguo Egipto. Esta deuda se hace evidente en su forma de resaltar los contornos de las figuras y en la sensación de bidimensionalidad de sus composiciones. Por otra parte, entre sus aportaciones al grupo expresionista cabe destacar la recuperación de la técnica del temple, que intenta también imitar en este lienzo a base de una pintura al óleo muy seca y que, junto a la rugosidad de su característica arpillera, de calidad muy basta, confiere a la obra un aspecto de pintura al fresco. Su compañero Ernst Ludwig Kirchner en su Chronik der Brücke afirmaba: «[Mueller] nos descubrió la fascinación de la técnica del temple».
Debido a que Otto Mueller nunca fechaba sus obras y a que su estilo pictórico permaneció prácticamente inalterado a lo largo de su carrera, existen dificultades para fechar sus pinturas. En el reciente catálogo razonado de la obra del artista de Tanja Pirsig-Marshall y Mario-Andreas, publicado en 2020, se ha modificado la datación y ahora se considera que la obra fue ejecutada hacia 1926.
Paloma Alarcó