Policromía
1959
Óleo sobre lienzo.
126 x 90 cm
Colección Carmen Thyssen
Nº INV. (
CTB.1972.6
)
No Expuesta
Planta segunda
Colección permanente
Planta primera
Colección permanente
Planta baja
Colección Carmen Thyssen y salas de exposiciones temporales
Planta -1
Sala de exposiciones temporales, salón de actos y taller EducaThyssen
Ernst Wilhelm Nay es colorista. Piensa a través del color y traduce su concepto por medio del color. Con él supera, tras la Segunda Guerra Mundial, la pintura figurativa. «El color como valor artístico que se ha de formar con el espíritu es tan inconmensurable, tan imprevisible», resume el artista seis meses antes de su muerte, «que todo pintor que conciba inequívocamente desde el color se ve obligado a reclasificar el color desde su propio punto de vista en un sistema nuevo y a expresarse basándose en ese sistema». Nay aspira a alcanzar una validez objetiva con su sistema cromático, pues éste no sólo no debe ser cerrado, sino también pretender estar en consonancia con las corrientes de pensamiento de su tiempo. Él mismo relaciona su concepto de pintura colorista antiilusionista con el esbozo de una imagen del mundo aperspectívica de Jean Gebser, que exige un nivel nuevo de conciencia, evocable con los medios pictóricos. El segundo referente importante para Nay es la superficie, porque el color sólo puede extenderse sobre una superficie: «Así, el color se dispone como valor configurativo y, con ello, también el color configurativo como valor configurativo de la superficie». Color y superficie, las dos columnas angulares de la teoría óptica de Nay, constituyen la base del llamado «sistema de discos». Éste se basa en discos puntuales, es decir, de color, con los que Nay aspira a desarrollar una «técnica sintáctica» del color, independiente de la naturaleza y las ciencias naturales. Para ello, primeramente reparte por la superficie del cuadro varios grupos de discos del mismo color. En un segundo paso, cierra cromáticamente los espacios intermedios, es decir, la forma negativa de la trama. De este modo se produce un espacio pictórico al que ha integrado ritmo, sin la dimensión tridimensional de profundidad. Nay habla del «espacio plano». Éste es característico del grupo de obras Scheibenbilder (Cuadros de discos) (1954-1963), en el que el disco redondo y sus variaciones constituyen el leitmotiv. A pesar de la sistematización de la estructura del cuadro, la yuxtaposición de los colores no sigue ninguna lógica determinada. Nay intenta disponer los tonos de manera deliberadamente «acausal». Su escala cromática, por ello, no es expresión de estados emocionales. Incluso en su reducción a un máximo de catorce colores ofrece, no obstante, una infinita variedad de combinaciones.
Los cuadros de Nay surgen en el momento de pintarlos, a menudo sin interrupción. Por eso no existen estudios ni bocetos. A cambio, el artista trabaja realizando series. En las grandes «Plateau-Serien» elabora temas, y en las series empíricas, por el contrario, desarrolla con mayor profundidad complejos individuales. Policromía es uno de estos complejos individuales. A diferencia de los Scheibenbilder, en los que la estructura está relativamente solidificada, en este cuadro el modelo de orden se descompone en formas de color irregulares. El disco redondo pierde contorno, se convierte en mancha o superficie. Las formas pictóricas polícromas se funden sin sombras ni modelado. Se atraviesan y se complementan mutuamente. No hay fondo ante el que puedan destacar. Todo, incluso el sombreado, quiere ser superficie configurada. Con su trazo rápido, Nay ha extendido por este formato vertical su paleta de colores característica de finales de los años cincuenta. El artista, que prefiere los colores fríos, sitúa un acento en el ángulo inferior derecho con un conjunto de diversos tonos de azul y negro, que halla su contrapunto en el blanco luminoso. Los dos motivos formales de color amarillo limón en los extremos superior e inferior del cuadro apoyan adicionalmente la composición. La disposición cromática de los colores a ambos lados de la formación oscura potencian este efecto. El ángulo inferior izquierdo y la mitad superior del cuadro están dominados por el amarillo, naranja y ocre. La tensión creada por los tonos cálidos y fríos, claros y oscuros, sirve para dinamizar la composición cromática. La «forma absoluta» y la «fuerza vital pura» han de reunirse en este cuadro. Según el artista, es así como se produce el verdadero sentido de su pintura.
Astrit Schmidt-Burkhardt
Los cuadros de Nay surgen en el momento de pintarlos, a menudo sin interrupción. Por eso no existen estudios ni bocetos. A cambio, el artista trabaja realizando series. En las grandes «Plateau-Serien» elabora temas, y en las series empíricas, por el contrario, desarrolla con mayor profundidad complejos individuales. Policromía es uno de estos complejos individuales. A diferencia de los Scheibenbilder, en los que la estructura está relativamente solidificada, en este cuadro el modelo de orden se descompone en formas de color irregulares. El disco redondo pierde contorno, se convierte en mancha o superficie. Las formas pictóricas polícromas se funden sin sombras ni modelado. Se atraviesan y se complementan mutuamente. No hay fondo ante el que puedan destacar. Todo, incluso el sombreado, quiere ser superficie configurada. Con su trazo rápido, Nay ha extendido por este formato vertical su paleta de colores característica de finales de los años cincuenta. El artista, que prefiere los colores fríos, sitúa un acento en el ángulo inferior derecho con un conjunto de diversos tonos de azul y negro, que halla su contrapunto en el blanco luminoso. Los dos motivos formales de color amarillo limón en los extremos superior e inferior del cuadro apoyan adicionalmente la composición. La disposición cromática de los colores a ambos lados de la formación oscura potencian este efecto. El ángulo inferior izquierdo y la mitad superior del cuadro están dominados por el amarillo, naranja y ocre. La tensión creada por los tonos cálidos y fríos, claros y oscuros, sirve para dinamizar la composición cromática. La «forma absoluta» y la «fuerza vital pura» han de reunirse en este cuadro. Según el artista, es así como se produce el verdadero sentido de su pintura.
Astrit Schmidt-Burkhardt