Bosque con un río
Aert van der Neer se especializó en paisajes invernales, en vistas crepusculares y en escenas iluminadas con luz de luna. Sus pinturas no aportaron grandes innovaciones al campo estricto de la composición, pero sí constituyeron una novedad por los detallados estudios hechos con la luz y sus reflejos, especialmente sus trabajos iluminados por los pálidos brillos de la luna. Según parece, Van der Neer se inició tarde en la pintura, ya que sus primeras obras conocidas están fechadas en 1632 y su primer paisaje en 1633.Se cree que se pudo iniciar en el oficio en Gorinchem, con Rafael Govertsz. Camphuysen, ya que se han conservado una serie de documentos de los que se deduce que mantuvieron contactos, detectándose, además, la huella de los hermanos Camphuysen en las primeras obras de Van der Neer.
Éste es el caso de Bosque con un río, en cuya estructura se ha visto el sello de una pintura de Rafael Camphuysen conservada en una colección privada. Van der Neer instala en el centro de esta tabla la superficie de un río cuya ribera izquierda ocupa una pradera encharcada, que queda enmarcada, a ambos lados, por dos parejas de árboles de troncos nudosos y verdosas copas, típicos en su producción. La recesión espacial se apoya en la pantalla de árboles que sitúa en la media distancia, a cuyos pies se abre la llanura con la que inicia los primeros planos. La profundidad la acentúa al abrir entre los troncos calles que nos conducen, como la de la derecha de la composición, a espacios luminosos. Los dos jinetes que encontramos a la izquierda, avanzando por el bosque, son también una referencia habitual en sus composiciones que a menudo incluye en sus escenas para acentuar la amplitud.
Esta pintura ha sido fechada por Bachmann hacia mediados de la década de 1640 y se la relaciona, por su técnica y por su tema, con otras conservadas en el Museum Boijmans Van Beuningen de Rotterdam, en el Rijksmuseum de Amsterdam, en la National Gallery de Londres y en la antigua colección de Samuel S. Joseph. En todas ellas una extensa superficie de agua se enmarca con un entorno boscoso donde encontramos, según los casos, algunas construcciones y siempre pequeños personajes.
El paisaje, que el pintor ha elaborado en su taller, se tiñe con la luz del atardecer que se refleja en este fragmento de naturaleza con tonos rojizos y tostados, que transforman los colores reales unificando la imagen con un sosegado monocromatismo. Estos colores contrastan con los utilizados en el cielo, donde una gran masa de nubes blanquecinas se encarga, con sus azulados y puntuales rosas, de resaltar las ramas de los árboles. La pintura fue adquirida, en 1957, a través de la galería Boer de Amsterdam.
Mar Borobia