Caminante a la puerta de una cabaña
Isack van Ostade era hermano de Adriaen van Ostade que le llevaba once años y con el que, según Houbraken, se inició en la pintura, aunque en este apartado también se han mencionado otros artistas. Su primera obra fechada, Campesinos en un interior, conservada en la Alte Pinakothek de Múnich y datada en 1639, refleja la proximidad que Isack mantenía en esos años con el mundo rural creado por su hermano Adriaen. Isack está inscrito en el gremio de pintores de Haarlem en 1643, y al principio de esta década, la última de su vida, introdujo una serie de modificaciones en su estilo que afectaron a la elección de los temas y que marcaron la diferencia con la producción de su hermano mayor. Isack se especializó en escenas en las que combinó perfectamente el paisaje y la pintura de género con unos personajes y unos episodios que se desarrollan en el exterior de posadas, tabernas o granjas. En estos temas se ha visto la influencia que la pintura de Pieter van Laer ejerció sobre el joven artista. Isack también incluyó en su repertorio paisajes de invierno, donde sus figuras se entretienen en deportes y juegos propios de la estación o simplemente continúan haciendo su vida normal bajo las grandes heladas. En sus óleos se descubre un virtuosismo mayor que en las pinturas de Adriaen, pues pone una mayor atención en la descripción de sus personajes y en particular en todos los detalles, entre los que resultan significativos por el tratamiento que reciben las hojas y ramas de los árboles.
Caminante a la puerta de una cabaña, fechado en el mismo año de su muerte, es un buen ejemplo de otro de los motivos que Isack trató a lo largo de su corta pero productiva carrera: viajeros descansando a la entrada de alquerías o granjas. En esta escena con formato vertical encontramos a un viajero o a un trabajador temporal, como se ha reseñado por su indumentaria y por los objetos que porta, zurrón y mochila de lana a su espalda, a la entrada de una humilde casa. Van Ostade utiliza el frente de la fachada de esta pobre construcción como telón para colocar a su viajero y a los tres miembros de una familia campesina. El trabajador temporal de pie, apoyado en una vara, habla y mira a la mujer sentada en el suelo que ha dejado los instrumentos de labor a un lado. Su hijo, que ha dejado su sombrero en el suelo, recibe al visitante ocultando su rostro sobre las rodillas de su madre, a la que coge de la mano. El padre, mientras tanto, en el interior de la casa, ha decidido asomarse por la puerta para mirar al forastero, cuya conversación escucha con atención. La calidad de la pincelada y el toque, cargado de sensibilidad, se aprecian en la manera en la que se han reproducido todos los pormenores de la composición: la paja del tejado, las hojas de los árboles y de los arbustos o las ropas de las figuras. También se ha llamado la atención sobre los zapatos de este visitante, que tal vez esté pidiendo trabajo o recabando información sobre dónde puede encontrarlo, gastados y sucios por el camino y con briznas y pequeñas hierbas que delatan su transitar por senderos y caminos. La escena que recibe la iluminación de la izquierda está impregnada por una tonalidad cálida, fruto en parte de la gama terrosa utilizada que se rompe con los azules, blancos y rojos de las ropas de los protagonistas. Esta tonalidad, así como los suaves perfiles que van dibujando las formas crean una atmósfera típica en la pintura de Isack van Ostade.
Mar Borobia