Prados de Éragny, el manzano
En abril de 1884, Pissarro se trasladó a la pequeña población de Éragny-sur-Epte, cercana a Gisors y aproximadamente a un tercio del camino entre París y Dieppe. Durante casi veinte años sería su último hogar. La casa tenía unas dimensiones considerables, con unas tierras bastante extensas, empleadas fundamentalmente como pomares y huertos de hortalizas en lugar de jardines de flores cultivadas, y también contaban con varias dependencias, incluyendo un granero. A través de los prados se vislumbraba el serpenteante río Epte, y, en la distancia, el pequeño pueblo de Bazincourt situado en las colinas de enfrente, dominado por el chapitel de la iglesia. Era una visión idílica del campo en estado natural.
Pissarro había empezado a pintar esta vista en particular durante su primer año de residencia en Eragny. Hay tres pinturas fechadas en 1884, y el mismo motivo aparecería en otras obras a lo largo de la década, aunque le preocuparía mucho más a lo largo de la siguiente. Año a año, casi estación a estación, pintaba esta ya demasiado familiar perspectiva a través de los prados hasta Bazincourt. Las escenas invernales -incluyendo algunas de inundaciones, especialmente en 1892- forman un claro contraste con las evocaciones de primavera y de otoño, y, con menos frecuencia, con las estivales.
Los métodos de trabajo de Pissarro también variaron. Unas veces contemplaba el motivo desde la altura de la ventana de su estudio, pintándolo en lienzos de tamaño mediano y grande. Otras veces lo pintaba al aire libre y a ras de tierra, a menudo seleccionando como soporte pequeñas tablas de madera en lugar de lienzos. Sin embargo, el cuadro perteneciente a la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza fue ejecutado sobre uno de estos pequeños lienzos, seguramente al aire libre, y de manera rápida y directa. Las pinceladas muestran inmediatez e irregularidad, tanto en el dramatismo del cielo como en las marcas que definen los árboles que siguen los meandros del río Epte a través de los prados. La composición presenta un sorprendente punto de partida: el manzano del primer término, colocado de forma asimétrica, angular en sus formas, aparece como una bailarina de Degas actuando con el corps de ballet entre bastidores, representados por las orillas curvadas del río.
El primer dueño registrado del cuadro fue Émile Strauss, abogado y esposo de la Sra. Geneviève Strauss, casada en primeras nupcias con el compositor Georges Bizet. Ella organizaba un salón culto en París, cuyos visitantes y admiradores incluían a Degas, Guy de Maupassant y Marcel Proust.
Ronald Pickvance