Señal de fuego apache
Las numerosas escenas ambientadas en el lejano Oeste que pintó Frederic Remington desde 1900 hasta su muerte, en 1909, revelan su fascinación por la luz de las hogueras. Señal de fuego apache es un buen ejemplo de estos postreros paisajes nocturnos, considerados como la culminación de su carrera. Entre ellos también destacan La hoguera en la hierba, Canción medicinal apache y La cena de los cazadores, presentados en las Knoedler Galleries de Nueva York en diciembre de 1909.
En la pintura de la colección Thyssen-Bornemisza, en la que la relación entre la luz de la luna y la luz del fuego está tratada de manera tan impecable, contemplamos a un indio solitario sobre una ladera rocosa y rodeado de inquietantes sombras. La restringida paleta cromática, que se reduce a varios tonos verdes grisáceos y marrones, iluminados exclusivamente por los resplandecientes toques naranjas, contribuye a crear el aire de misterio que respira toda la composición.
Entre 1880 y 1890, Remington había visitado en numerosas ocasiones la Reserva de San Carlos (Arizona) para pintar a los indios allí confinados, y en esta obra vuelve a referirse a los apaches, aunque ahora, el indio y su caballo parecen formas espectrales salidas de la memoria y la imaginación del artista.
Paloma Alarcó