La vocación de san Mateo
Pintor neerlandés identificado con Marino di Sirissea o Marinus de Seeu, que toma el nombre de su ciudad natal Reymerswaele. Fue seguidor de Quentin Metsys y se especializó en escenas de género. En su producción aúna las influencias de Metsys y la de Alberto Durero en su realismo y atención a los detalles, con la de Leonardo da Vinci en ciertos aspectos caricaturescos de sus obras. En esta tabla el artista escenifica La vocación de san Mateo, que junto con las escenas de comerciantes y cambistas se cuentan entre las representaciones favoritas del artista. Los protagonistas de esta escena, Jesús y san Mateo, se sitúan en primer plano destacando sus manos, pintadas de manera exquisita y muy cuidadosa, como es habitual en las pinturas de Reymerswaele. El espacio donde se nos muestran estas figuras está repleto de documentos apilados sobre el mostrador, que hacen referencia al oficio del santo antes de su conversión y que nos remiten a las escenas de género y más concretamente al bodegón.
NR
Los temas que Marinus trató a lo largo de su carrera fueron muy pocos: san Jerónimo en su estudio, la vocación de san Mateo, así como escenas donde aparecen cambistas o prestamistas, composiciones de las que se conocen varias versiones y episodios que indudablemente dan pie a la creación de unos interiores detallados que el pintor cubrió de enseres.
La vocación de san Mateo fue una de las imágenes con más fortuna dentro de la iconografía del evangelista, ya que la puesta en escena, en relación con su oficio, ofrecía a los pintores un amplio abanico de posibilidades que hicieron que este tema perdiera casi su aspecto religioso para transformarse en una escena de género. Entre los primeros artistas que trataron el asunto se encuentra Carpaccio, que ya en 1502 dejó un buen testimonio en la iglesia de San Giorgio dei Schiavoni, en Venecia. Sin embargo, esta llamada, concebida en un exterior, ante un mostrador, fuera de la tienda, poco tiene que ver con la interpretación que Marinus hace del pasaje. El pintor, en esta tabla del Museo, compone la escena con los personajes principales. San Mateo, a la derecha, parece que ha aceptado ya la llamada, pues coge apresuradamente un sofisticado sombrero y se precipita hacia la encimera. Jesús, con una actitud más sosegada, permanece de pie, girando su cabeza hacia el futuro evangelista. El interior que se desarrolla en el lateral derecho de la obra es un almacén de documentos, especialmente la hornacina posterior, donde los papeles, en legajos, se amontonan en los anaqueles. Marinus, además, trae estos objetos a los primeros planos, donde las hojas y los pergaminos aparecen encuadernados. Otra de las particularidades de este artista, y que se repetirá sistemáticamente en sus pinturas, es la construcción e importancia que concede a las manos. Aquí ocupan un lugar destacado, ya que presta una atención particular a los gestos, pero además están bien dibujadas, son de proporciones elegantes y sus dedos, finos, son extremadamente alargados. Estas manos en otras composiciones llegaran a transformarse casi en garras. De La vocación de san Mateo se conocen varias versiones repartidas entre varios museos.
Mar Borobia