San Miguel expulsando a Lucifer y a los ángeles rebeldes
San Miguel expulsando a Lucifer y a los ángeles rebeldes fue un tema que la Contrarreforma revitalizó durante el siglo XVII, ya que en el triunfo del arcángel san Miguel sobre el demonio se vio el triunfo de la Iglesia católica sobre los protestantes. Este episodio de san Miguel, el arcángel guerrero que aparece en el libro de Daniel, está extraído del Apocalipsis, donde se narra que hubo una batalla en el cielo entre san Miguel con sus ángeles y el dragón con los suyos, siendo arrojado a la tierra «la antigua serpiente, llamada Diablo y Satanás», al igual que los que lucharon con él.
Rubens incidió en el tema en varias ocasiones, sintiéndose atraído ya hacia él durante los años que estuvo en Italia. Precisamente una de las primeras obras que conocemos con este asunto es una hoja de apuntes con figuras que evocan este pasaje apocalíptico. Entre los óleos que se conservan y que se pueden relacionar con nuestro lienzo, se encuentran la composición de la Alte Pinakothek de Múnich, encargada por Pfalzgraf Wolfgang-Wilhelm von Pfalz-Neuburg, finalizada en 1622, y un boceto en los Musées Royaux des Beaux-Arts de Bruselas, que es lo único que queda de la composición para el techo de la iglesia de San Carlos Borromeo en Amberes, destruida por el fuego en 1718. La crítica, por último, también ha mencionado, en conexión con la pintura del Museo Thyssen-Bornemisza, una composición perdida, conocida gracias a un grabado de 1621 de Lucas Vorsterman y que se ha fechado en una etapa temprana del pintor, hacia 1615-1616.
San Miguel expulsando a Lucifer perteneció, con toda probabilidad, durante el siglo XVIII a Gilles-Luc Schamp, pasando por herencia o por adquisición a otros miembros de la familia. En 1921 fue subastada anónimamente en París, figurando posteriormente en la galería berlinesa de Karl Haberstock, donde fue adquirida en 1928, permaneciendo desde entonces en la Colección.
El lienzo, desde su adquisición en 1928, ha aparecido en todos los catálogos de la Colección hasta 1990 como una obra autógrafa de Rubens. Sin embargo, las dudas sobre una posible intervención de taller ya fueron expuestas por Burchard en 1963 y recogidas por Ebbinge-Wubben en su comentario al catálogo de la Colección de 1969. Gaskell, al analizar la obra, detectó cierta debilidad en el dibujo y en el modelado, especialmente en la anatomía de figuras, como la de Lucifer, lo que le llevó a proponer el óleo como un trabajo de taller. El lienzo, en cuya datación ha existido alguna discrepancia, fue fechado por Ebbinge-Wubben hacia mediados de la década de 1630, comparando su técnica con la de los bocetos para la serie de la Torre de la Parada. Esta propuesta, que fue aceptada por Vlieghe, fue rechazada por Gaskell, que la consideró poco razonable.
Mar Borobia