San Roque como patrón de la peste
Esta tabla está en relación con una obra de igual tema encargada a Rubens por la Fraternidad de San Roque de Aalst. El destino de esa pintura de Aalst era un altar dedicado a este santo en la iglesia de San Martín, encargo por el que Rubens recibió pagos en junio de 1626. El altar, con su estructura de madera y esculturas, se terminó de montar en 1632, aunque la pintura de Rubens estaba ya terminada en 1626, fecha en la que fue publicado el grabado de la misma realizado por Paulus Pontius (1603-1658).
Nuestro óleo ha estado considerado un boceto de la pintura titular de ese altar de Aalst. Sin embargo, si se comparan ambas imágenes, advertimos entre ellas diferencias y cambios, siendo uno de los más significativos la manera en cómo se ha resuelto, en la obra objeto de este comentario, el fondo; en él se percibe, a simple vista aunque oculto por una fina y diluida capa de color, la forma en medio punto en la que remata el cuadro de Aalst. Las variaciones también se detectan en la puesta en escena del registro superior, así como en las actitudes y posturas de los componentes del episodio.
Estos cambios, especialmente los espaciales, que hacen que las figuras floten y que el conjunto resulte poco compacto, llevaron a Ivan Gaskell a considerar nuestra pintura como obra del taller de Rubens. Gaskell también valoró el diseño poco dinámico y no muy hábil de algunos personajes, así como la irregularidad del acabado, en el que alternan zonas muy dibujadas con otras apenas esbozadas. Este historiador apuntó un entorno próximo a Rubens: el trabajo de algún copista independiente o el ejercicio de algún miembro del taller.
La historia de san Roque está detallada en La leyenda dorada de Santiago de la Vorágine2. Este santo, nacido en Montpellier, que abandonó todos sus bienes, peregrinó a Roma y, por curar enfermos con la señal de la cruz, se contagió de la peste y se retiró a un bosque para morir en soledad. Durante su agonía, un ángel enviado por Dios le curó las heridas, mientras que un perro de una localidad próxima le alimentaba con el pan que cogía a su dueño. Una vez curado, san Roque regresó a su ciudad, donde fue detenido y murió encarcelado. A este santo se le identifica por su traje de peregrino y por el perro que suele acompañarlo.
El episodio elegido para la pintura es el momento en que Cristo designa a san Roque patrón de la peste. En la mitad superior de la tabla vemos a los personajes esenciales. Cristo, a nuestra derecha, envuelto en una llamativa túnica bermellón, avanza hacia el santo, mientras señala con un dedo al ángel que porta la tablilla con la leyenda «Eris in peste patronus». San Roque se coloca en medio de estas dos figuras, arrodillado, con el perro tumbado a su lado y girando la cabeza y el torso hacia Jesucristo. En la mitad inferior del óleo, insertas en un decorado teñido de dramatismo, seis figuras imploran con sus gestos la protección del santo.
La tabla está registrada en la bibliografía del maestro flamenco desde 1925, año en el que, por vez primera, se expuso en el Städelsches Kunstinstitut de Frankfurt, cuando pertenecía a una colección privada de esta ciudad. Fue adquirida para la colección Thyssen-Bornemisza en 1984.
Mar Borobia