Un río con pescadores
Salomon Jacobsz. van Ruysdael es, junto con Jan van Goyen y Pieter de Molijn uno de los representantes de la llamada pintura tonal, que se caracteriza por el uso de una paleta restringida con predominio de grises, verdes, amarillos, ocres y azules. En ella se empieza a experimentar con los fenómenos atmosféricos, avances estos que constituyeron una sólida referencia para la generación siguiente de artistas que será la del paisaje clásico holandés. Ruysdael, a lo largo de la década de 1630, trabajó, al igual que Van Goyen, en esta línea, realizando escenas fluviales de tonalidades frías, construidas con esquemas sencillos en los que se aprovecha la orilla de una superficie acuosa, los barcos de vela o los bordes de los caminos para trazar con ellos una pronunciada diagonal. Esta fórmula tuvo una buena aceptación en el mercado artístico holandés y llevó a Ruysdael a repetir motivos y temas. Sin embargo, a mediados de la década de 1640 se produjo un cambio en su estilo que afectó tanto a sus composiciones como a sus colores.
Este paisaje está fechado en el casco del bote, a la derecha, en 1645, y firmado con las iniciales del pintor. Ruysdael aquí representa un asunto que repitió en numerosas ocasiones a lo largo de su carrera. Pero si comparamos este óleo con las composiciones de los años treinta, observamos cómo el artista ha variado y evolucionado en la concepción de estas vistas. Ruysdael sigue siendo fiel a la diagonal compositiva de su etapa anterior, sin embargo esta diagonal trazada en nuestro cuadro, de izquierda a derecha, con la orilla del río, se refuerza con una serie de elementos para acentuar la profundidad. Así vemos cómo a lo largo de esta pronunciada línea el pintor instala, próximos al borde, varios botes paralelos y cómo los tejados de una aldea, en la media distancia, se alinean reconduciéndonos hacia el fondo de la pintura. Este mismo juego se establece en el agua, donde una se ríe de barcas y veleros nos va empujando, por su colocación, al diluido perfil de la ciudad que, entre bruma, se dibuja en el horizonte. Ruysdael también se vale para fortalecer su perspectiva de las copas de los árboles y de los arbustos ordenados en la ribera del río.
A los elementos lineales de la composición hay que sumar los recursos del color que Ruysdael aplica con suavidad. El pintor emplea tonalidades oscuras, marrones y verdosas para la orilla del río, creando un vivo contraste con los azules, blancos y grises con los que construye el punto de fuga. Los colores son brillantes y más variados que los empleados en la década de 1630. Un aspecto a destacar en esta nueva fase de Ruysdael es la atmósfera que desprenden sus pinturas, así como los efectos que consigue en el cielo y en las superficies acuosas. En esta tabla, el cielo y sus nubes, que producen la impresión de que cruzan el firmamento velozmente, se estudian con detenimiento. En ellas el pintor varía el ritmo y la dirección de su pincelada hasta fundir con ellas, a lo lejos, la tierra, el cielo y la ciudad.
Esta pintura se ha relacionado con otras dos. La primera fechada tres años antes, en 1642, con la que mantiene una serie de paralelismos compositivos, conservada en la Albright-Knox Art Gallery de Buffalo. La segunda pertenece a la colección de la Kunsthalle de Hamburgo y está fechada en el mismo año que nuestra tabla.
Mar Borobia