Salomón y la reina de Saba
Schönfeld es un artista de origen alemán que pasó varios años en Italia, donde está documentado en Roma en 1633. Las primeras obras que se conocen, y que son dibujos, reflejan un gusto por las ruinas clásicas que estará presente a lo largo de su carrera y al que se sumará un clasicismo fruto de sus vivencias en la capital italiana. Hacia 1638 se trasladó a Nápoles, donde pasó unos diez años; allí su paleta se aclaró y sus composiciones se hicieron más movidas aunque también recogió la herencia de artistas como Andrea Vaccaro. El pintor regresó a su país en 1651 y se estableció al año siguiente en Augsburgo. Schönfeld suele colocar sus temas en amplios y teatrales escenarios al aire libre, articulados con fragmentos escultóricos y arquitectónicos procedentes del mundo clásico, donde instala sus figuras, en grupos, y en los que el gesto representa en la narración un papel importante.
Schönfeld, en esta ocasión, narra un relato del Antiguo Testamento. En un amplio contexto de los habituales en su pintura, ha colocado, a la izquierda, a los protagonistas casi perdidos entre la multitud de figuras y animales que rodean los aledaños de la tienda de Salomón. Según los versículos, la reina de Saba llegó a Jerusalén con un gran séquito y con camellos cargados de presentes para un rey, al que quería primero poner a prueba para verificar su sabiduría. Schönfeld ha representado en un exterior el momento del encuentro entre los dos monarcas: Salomón acude con la corona y el cetro en la mano, viste una larga capa, mientras la reina, que ocupa el centro de la tela, se inclina hacia su anfitrión en señal de respeto. El espacio donde tiene lugar el encuentro se ha enmarcado a la izquierda con rocas y una fila de tiendas que organizan una diagonal que penetra en la composición y que se compensa a la derecha, con las ruinas de un templo; estos elementos abren un gran espacio triangular que se ha aprovechado para describir el ambiente del campamento y para colocar los grupos principales. Schönfeld instala en el ángulo inferior derecho un conjunto de mujeres y niños que permanecen ajenos a lo que sucede a su lado, trajinando entre aves, tinajas y jarras, así como entre verduras y frutas, que aparecen en la esquina dispuestas como si se tratara de un bodegón.
La tela ha sido fechada por Roberto Contini dentro de la etapa napolitana del pintor, momento en que su estilo se enriqueció con la pintura de artistas como Aniello Falcone y Micco Spadaro. Este historiador considera particularmente elocuente la escena con la naturaleza muerta que enlaza con determinados elementos de la producción local. Los lazos con el foco napolitano se extienden también a detalles más específicos, como el paralelismo que existe entre la figura de la reina de Saba y uno de los niños que asisten a Salomón con una capa y algunas figuras del lienzo napolitano con La decapitación de san Jenaro de Carlo Coppola.
La pintura, firmada por el artista, se ha comparado con otra composición en la que se repite el mismo tema, fechada en una etapa más avanzada de su carrera y que se conserva en la colección Vaduz.
Mar Borobia