La choza en los lindes del bosque, Étaples
A través de sucesivos cambios de estilo, desde su primera etapa más sombría hasta sus visiones de exaltación colorista, desde la pintura de factura lisa hasta la pincelada vibrante influida por Monet y Seurat, la obra de Le Sidaner se caracteriza siempre por la interpretación lírica de la luz, plasmada especialmente en la melancolía de las escenas crepusculares. En la década de 1890 se aproxima abiertamente a los postulados simbolistas con unos ambientes de luminosidad traslúcida, que recuerdan a Whistler, donde a veces aparecen muchachas evanescentes de aire prerrafaelita.
Este cuadro fue pintado en Étaples, en la costa francesa del Canal de la Mancha, donde Le Sidaner pasó largas temporadas a partir de 1882. La composición se basa en el contraste entre el vacío y lo lleno, entre el espacio despejado y la espesura. En primer término se abre un amplio proscenio, una explanada circular pintada con pinceladas largas y fluidas. Al fondo, como un pesado cortinaje, la masa oscura de los árboles, ejecutada con densas pinceladas verticales. Nuestra atención se divide entre la casa, a la vez amparada y amenazada por el bosque, y la figura de una campesina, de rasgos invisibles, que camina lentamente hacia el hogar. Le Sidaner explota aquí su efecto preferido: el acento de luz artificial en la atmósfera del atardecer. Entre la gama de tonos quebrados y velados por una bruma blanquecina, relumbra el azul del muro de la choza y sobre todo la ventanilla iluminada con un punto amarillo y rojo, un foco intensamente cálido donde se concentra la expectación de la escena.
La imagen evoca la palabras de Baudelaire en uno de sus poemas en prosa del Spleen de Paris, titulado «Les fenêtres»: «No hay objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, más tenebroso, más deslumbrante que una ventana iluminada por una vela. Lo que se puede ver al sol es siempre menos interesante que lo que pasa tras un cristal. En ese agujero negro o luminoso vive la vida, sueña la vida, sufre la vida».
Guillermo Solana