Port-en-Bessin, la playa
Este boceto, que permaneció durante muchos años en el estudio del artista, se vendió en época tardía, probablemente en la década de 1920. Firmado y fechado con motivo de su venta por el pintor, lleva la anotación errónea del año 1883, que no concuerda ni con los datos de los archivos ni con sus rasgos estilísticos. De un cromatismo deslumbrante, el lienzo es emblemático de la obra del joven Signac, pintor «impresionista» y gran admirador de Monet. En 1882, este jovencísimo artista de diecisiete años, aficionado al mar y a la navegación, había optado por pasar su primer verano como pintor en el puertecito normando de Port-en-Bessin. Allí regresa al año siguiente y nuevamente en 1884, donde pinta por tercera vez una serie de cuadros que recogen los distintos aspectos de este modesto puerto pesquero. El cuadro que aquí comentamos pertenece a esta tercera y última serie dedicada a Port-en-Bessin. Dos lienzos sobre el mismo tema pintados el año anterior sirven de preparación para esta obra (FC n.º 21 y n.º 25). Pero aquí aparecen por primera vez en el muelle recién inaugurado los arcos color bermellón de la lonja.
En 1884, Signac todavía acusa la influencia de Guillaumin, de Caillebotte y, sobre todo, de Monet. Una exposición de obras de este último, organizada en los locales de La Vie moderne en 1880, había marcado el rumbo de la carrera del muchacho. Y la admiración de éste por Monet había vuelto a avivarse unos meses antes, en marzo de 1883, con ocasión de la exposición en el boulevard de la Madeleine de una serie de obras que el padre del Impresionismo había pintado en Varangeville. Durante aquel verano de 1883, Signac, que aún no ha cumplido veinte años, despunta ya como un pintor impresionista digno de tenerse en cuenta. Si bien las marinas ejecutadas en Port-en-Bessin reflejan todavía el estilo de todos los maestros a los que admira, también ponen de manifiesto unas cualidades propias y que, en cuanto se ordenen mediante el método neoimpresionista, determinarán su obra futura. En el presente cuadro, el brío de los colores y el vigor de la pincelada ya están canalizados gracias a la rigurosa organización de la composición. En primer término, la clara oposición entre zonas de sombra y de luz, expresa ya la afición a los contrastes. Y las marcadas líneas ortogonales -el muelle, la vieja torre, los mástiles- anuncian su predilección por las vistas frontales que caracterizarán las obras posteriores. En cuanto a la pincelada, larga y de vivos colores para plasmar el acantilado del primer término, curvada y enérgica para expresar la fuerza de las olas y la espuma del mar, traduce elocuentemente la energía y el entusiasmo del joven pintor. Unos meses antes, Signac había entablado amistad con Seurat con ocasión de la organización del primer Salon des Indépendants, pero la influencia de este último apenas se percibe en la serie de obras pintadas en Port-en-Bessin. En 1888, siguiendo probablemente los consejos de Signac, Seurat visita también este puertecito normando, donde pinta una deslumbrante serie de marinas, que en su caso sí son estrictamente neoimpresionistas.
Marina Ferretti