Meandro en el río Loing. Verano
Meandro en el río Loing, verano pertenece a un grupo de unas veintiuna obras (D 847-864, 882-8842) que Sisley ejecutó en 1896 y 1897, los dos últimos años productivos de su carrera. A excepción de los cuadros pintados durante su viaje a Gales entre julio y octubre de 1897 (incluidos D 865-8813), estas obras tardías se inspiran en vistas de los alrededores de Moret-sur-Loing. Sin embargo, en lugar de proseguir su «cartografiado visual» de la ciudad, el puente y los molinos de agua y las orillas del río flanqueadas de álamos (véase Atardecer en Moret, finales de octubre, D 685), exploran la configuración de las orillas del río Loing cubiertas de una vegetación boscosa más densa y carentes de vestigios de la presencia humana a excepción de las barracas de madera para la construcción de barcas y la reparación de barcazas que figuran en cuatro de ellos (D 853, 855-857).
Los cuadros pueden clasificarse básicamente en dos grupos. Cuatro de ellos (D 847, 851-853) presentan el río Loing y la ribera por detrás como dos áreas que discurren paralelas al plano del lienzo, contrarrestando los árboles de la ribera más alejada la marcada horizontalidad de la composición a través del reiterado ritmo vertical de su reflejo en el agua. El segundo grupo, en el que se incluye Meandro en el río Loing, verano, utiliza una convención compositiva a la que Sisley recurrió regularmente a lo largo de su carrera, presentando un río que forma un meandro desde el primer término para establecer la dirección y la velocidad de la recesión en perspectiva de la composición. En ambos grupos la zona boscosa se concentra en la ribera más alejada. Sin embargo, en este segundo grupo, el primer término suele estar animado con la presencia de figuras, como en Meandro en el río Loing, verano, y por la presencia de barcazas y de pequeñas embarcaciones, bien navegando por el río, como en D 848, 858, 860, 862, 883 y 884, bien amarradas a la orilla, como en D 848-850, 860, 861 y 863.
Las tonalidades generales de estas últimas obras ejecutadas en la ribera del río Loing ponen de manifiesto una nueva fase en las investigaciones de Sisley sobre la relación entre la luz del cielo y su plasmación en color, que al mismo tiempo describe unas determinadas propiedades físicas de un paisaje y transmite una carga poética o emocional generada por la reacción personal del artista ante el mismo. Hacia 1880, Sisley, en respuesta al desafío que Emile Zola, novelista, crítico e inicialmente adalid del movimiento, lanzó a los impresionistas, empezó a cuestionar algunos de los principios básicos de esta escuela. Esto no sólo le condujo primero a introducir yuxtaposiciones de colores más claros, más puros, como en el primer término de Pueblo a orillas del río Marne (Saint-Mammès)(1881, D 422, Pittsburgh, PA, The Carnegie Art Institute), sino también al recalcar el predominio de los colores complementarios, como la división en zonas azules y naranjas del paisaje otoñal El sendero de By hasta el Bois des Roches-Courtaut-Veranillo de San Martín (1881, D 433, Musée des Beaux-Arts de Montréal). A lo largo de la intensa década previa a la creación de estas obras tardías, la paleta, la pincelada y los procedimientos compositivos de Sisley trataron de encontrar un equilibrio entre el anhelo de plasmar un instante fugaz y un mayor sentido de estabilidad que reflejara la permanencia subyacente de la Naturaleza. Las obras de 1896 y 1897, incluidas las ejecutadas durante el viaje a Gales, con sus tonos más sofocados de verdes, grises y malvas, a veces puntuados con discretos naranjas, como en Meandro del río Loing, verano, con su pincelada más corta y sus líneas horizontales y diagonales más estructuradas, reflejan tanto una culminación de estas exploraciones como un indicio de posibles nuevos caminos que Sisley no recorrería debido a su temprana muerte acaecida en enero de 1899, al poco tiempo de cumplir los sesenta años de edad.
Al parecer Sisley estaba satisfecho con el nuevo rumbo que habían tomados sus temas y sus armonías cromáticas a partir de 1896, puesto que decidió incluir tres vistas del río Loing (D 848, 855, 857), ejecutadas aquel mismo año, en su última gran exposición retrospectiva celebrada en la Galerie Georges Petit, rue de Sèze, París, del 5 al 28 de febrero de 1897. Esta exposición tuvo una importancia fundamental para Sisley. Éste no sólo incluyó ciento cuarenta y seis cuadros y cinco pasteles, que seleccionó de sus propios fondos y que también pidió prestados a coleccionistas como Charpentier, Decap, Bazalgette, Tavernier y Viau; además, excepcionalmente, no quiso presentarse aquel año a la Société Nationale des Beaux-Arts (Salon du Champ de Mars), el Salon anual en el que venía exponiendo sus obras desde su fundación en 1890. Como tan a menudo ocurrió en el caso de Sisley, la exposición suscitó escasas reacciones por parte de la crítica y ninguna venta. Arsène Alexandre consideró que a la exposición le faltaba disciplina en el número de obras presentadas: «En realidad se habría podido limitar este número, y la exposición habría tenido mayor impacto si la selección se hubiese hecho de una forma un poco más rigurosa». A pesar de ello, reconocía que Sisley, el paisajista, era un pintor puro que expresaba a lo largo de toda su obra el deleite evidente que le producía el proceso pictórico: «Pero lo que resulta de este conjunto es una gran impresión de frescura y una evidente alegría de pintar, sin segundas intenciones. No hay que pedir a Sisley la enérgica audacia de Monet, el exquisito refinamiento de Renoir. Pinta con gusto, y por el placer de pintar». De hecho, a pesar de la controversia crítica que rodeó la obra tardía de Sisley, sintetizada en el despectivo juicio de 1892 de Octave Mirbeau, que declaraba que: «Su pincel se ablanda, su dibujo se debilita. El desánimo impregna su obra [...] Los lienzos que nos presenta hoy no son más que un eco lejano, tenue, de aquellos otros tan bonitos, tan juveniles, tan llenos de vida que vuelvo a ver en el fondo de mis recuerdos entusiastas y ya antiguos», estas obras tardías sugieren el descubrimiento de una visión madura, más pensada, de la naturaleza, transmitida a través de una elección más serena, más meditada, del tema, como queda de manifiesto tanto en la paleta como en la composición de Meandro en el río Loing, verano. Fueron estas obras las que proporcionaron los elementos definitivos que indujeron a Gustave Geffroy a resumir en 1923 la contribución singular de Sisley al movimiento impresionista: «Ha sido y seguirá siendo el poeta delicioso de las orillas de los ríos y de estas pequeñas ciudades que lucen su belleza fresca y serena en la ribera del Sena y del Loing, Saint-Mammès donde vivió durante muchos años, Moret donde murió, donde ahora tiene su monumento».
Mary-Anne Stevens