Autorretrato
El pintor judío de origen ruso, Raphael Soyer, al igual que su hermano gemelo, Moses, destacó en la escena artística neoyorquina como uno de los máximos representantes del realismo urbano defendido por los componentes de la American Scene. Raphael se mantuvo fiel a este lenguaje durante toda su larga trayectoria artística, como puede apreciarse en este Autorretrato tardío, perteneciente a la colección del Museo Thyssen-Bornemisza.
Además de pintar escenas urbanas, Soyer se sintió muy atraído por el género del retrato. A los cuantiosos retratos de sus familiares y amigos, se une un nutrido número de autorretratos. En este singular ejemplo, contemplamos una imagen frontal del artista delante de su caballete en la soledad de su estudio neoyorquino. Está pintado en 1980, poco después haber publicado sus diarios, por lo que puede ser considerado como un acto de recapitulación y de autoexploración sobre su persona.
La figura del pintor ya octogenario, directa y solemne, destaca sobre la pared blanca del fondo, a medio enyesar tras una avería, sobre la que cuelga un detalle de La moneda del tributo de Masaccio. Esta pequeña copia que forma parte de los famosos frescos de la capilla Brancacci aparece invertida puesto que Soyer se valió de un espejo para representar toda la escena. El ambiente sencillo, la falta absoluta de presunción y la expresión inquisitiva del rostro, hacen de este retrato un exponente de la personalidad sencilla, directa y cálida del pintor.
Paloma Alarcó