Composición gris
1948
Óleo sobre lienzo.
148,5 x 68,5 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Nº INV.
764
(1963.3
)
Sala 50
Planta primera
Colección permanente
Nicolas de Staël, perteneciente a una familia aristocrática rusa, tuvo que vivir la agitada y traumática existencia de los exiliados, hasta que, finalmente en 1938, se instaló en París con la intención de hacerse pintor. Desde el comienzo, Staël fue un artista experimental, más empírico que ideológico, y durante un tiempo se decantó por la abstracción para poder plasmar en términos pictóricos sus percepciones sobre el espacio y la luz. Ahora bien, sus inquietudes eran esencialmente subjetivas y místicas, y, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, se cuestionó las fórmulas abstractas en boga y se sintió preocupado por la manera de trasladar a sus pinturas las relaciones tonales y formales. Su alma rusa le llevó a mantener un diálogo permanente con otras formas de arte: la literatura, la poesía y, sobre todo, la música. Muchos de sus cuadros se inspiran en composiciones musicales de Bach, Mozart o Bartok, y siempre están configuradas a base de cadencias que denotan un dominio del ritmo y la melodía.
Composición gris, de 1948, pertenece a un periodo en que su pintura, de gruesos empastes, se llenó de ritmos lineales y planos de color que flotan sobre un fondo neutro. El entramado lineal asimétrico, de grandes segmentos entremezclados —que el historiador André Chastel denominaba «bastoncillos»—, crea un espacio dinámico de contrastes de formas y colores. El sentido de la composición, que le viene del cubismo sintético de Georges Braque, un pintor al que admiró durante toda su vida, y la disposición de las formas y colores no responden al azar sino a un detenido estudio previo. El colorido sutil y luminoso ha sido restringido a ocres, marrones, grises y negros, que aplica con brochas y espátulas en capas muy gruesas que modulan la materia y construyen el espacio por medio del color.
Paloma Alarcó
Composición gris, de 1948, pertenece a un periodo en que su pintura, de gruesos empastes, se llenó de ritmos lineales y planos de color que flotan sobre un fondo neutro. El entramado lineal asimétrico, de grandes segmentos entremezclados —que el historiador André Chastel denominaba «bastoncillos»—, crea un espacio dinámico de contrastes de formas y colores. El sentido de la composición, que le viene del cubismo sintético de Georges Braque, un pintor al que admiró durante toda su vida, y la disposición de las formas y colores no responden al azar sino a un detenido estudio previo. El colorido sutil y luminoso ha sido restringido a ocres, marrones, grises y negros, que aplica con brochas y espátulas en capas muy gruesas que modulan la materia y construyen el espacio por medio del color.
Paloma Alarcó