Soldados jugando a los dados
Dentro del grupo de artistas holandeses y flamencos instalados en Roma, que retrataron su vida callejera, se encuentra Michiel Sweerts. Su estancia en esa ciudad se prolongó durante unos diez años (1646- 1656), periodo en el que el pintor se sumó al género cultivado por Pieter van Laer conocido con el nombre de Bambocciate. Sweerts pintó una serie de lienzos en los que recogió mendigos, campesinos, soldadesca jugando a los dados y a las cartas o escenas más singulares, como los combates de lucha. Sus pinturas con estos temas se han comparado con las de otros artistas procedentes del norte y que, al igual que las de Sweerts, estaban destinadas al mercado libre de arte. Entre ellos se han mencionado a los holandeses Jacob Duck, Pieter Codde y Willem Duyster, lista en la que hay que añadir los nombres del creador de este tipo de escenas, Pieter van Laer, y el de Johannes Lingelbach. Las historias de los cuadros de Sweerts se diferencian de las del resto de los artistas que cultivaron el tema por el tono que imprimió a sus representaciones, en las que aborda el asunto con sobriedad y contención y un cierto acento melancólico. Sus personajes, por pordioseros y harapientos que sean, están tratados con dignidad y decoro, insertándose en las escenas con un cierto estatismo y con unos fondos en los que a veces se puede identificar algún rincón de Roma. En estos cuadros, los personajes surgen iluminados por un potente foco de luz y construidos con un personal claroscuro.
Soldados jugando a los dados está pintado, según Gaskell, poco después de que el pintor abandonase Roma. En primer término, resaltados por una fuerte luz, Sweerts instala a dos hombres sentados, jugando una partida, con un tambor convertido en mesa. El personaje que vemos de frente acaba de lanzar unos dados que la figura que tenemos de espaldas examina atentamente. La escena se desarrolla al aire libre, en un patio, con la oscura luz de un atardecer cuyos destellos encarnados apenas se perciben en el celaje. Como fondo, acompañando a estos dos ociosos militares, Sweerts ha colocado cuatro figuras más que casi pasan desapercibidas: dos sentadas a la derecha y una embozada, con capa y sombrero, de pie, justo detrás de la escena principal. El cuarto personaje, del que sólo distinguimos su silueta, está de guardia, armado, en la puerta del recinto que se abre al fondo del patio.
La pintura se ha comparado con otros lienzos de Sweerts donde se presenta el tema del juego, como la tela conservada en el Rijksmuseum de Amsterdam, donde tipos populares juegan una partida de cartas encima de un pequeño tonel, y la del Musée du Louvre, en la que dos soldados, con compañía, se entretienen en echar los dados encima de un tambor. Sweerts repitió la figura del soldado con casaca amarilla de nuestro cuadro en uno de los estudiantes que toma apuntes en el óleo titulado Escena de estudio, del Frans Hals Museum de Haarlem. El pintor cierra el borde inferior de este cuadro con un sugestivo montón hecho con piezas de armaduras coronado con una bandera, y que en sus cuadros de academias y estudios de artistas transformará en pilas de bustos y fragmentos de esculturas clásicas.
Mar Borobia