Varieté
Varieté de 1911 está entre las mejores y más importantes obras del artista, aparte de ser una de las de mayor tamaño que pintó Tappert. Su tema -inspirado en una escena frecuente en las grandes ciudades de su época- lo encontramos en pinturas, dibujos y en toda la obra gráfica del artista, con numerosas variaciones, metamorfosis y cambios. La presencia, poco frecuente en una obra de Tappert, de una inscripción completa al dorso de la pintura -con su nombre, pero también con el título de la obra, la fecha y el lugar donde la pintó- sirven como indicación fehaciente de la importancia que el pintor concedió a esta obra.
Situado en la todavía relativamente joven capital de Berlín, el Wintergarten -teatro de variedades más grande de la Alemania de preguerra- fue inaugurado en 1886. Entre sus muchos clientes regulares, el Wintergarten contaba con Tappert, quien encontró en dicho lugar inspiración para la obra que nos ocupa. En ella podemos ver a dos bailarinas sobre el escenario, cada una con un abanico en la mano y vestidas con trajes distintos. La bailarina de la izquierda está de espaldas y la de la derecha, de frente. Otros dibujos de la época muestran a estas mismas bailarinas desnudas, portando nada más que abanicos. El significado de este accesorio -que a un tiempo cubre y revela el cuerpo de las mujeres- en el cuadro de Tappert fue evocado por el poeta Georg Däubler (1876-1934) en su ensayo sobre el pintor, publicado en 1919. Las linternas que penden entre las bailarinas hacen alusión a la iluminación escénica y sugieren profundidad espacial. La mayoría de los colores son puros. Su efecto -particularmente la intensidad del conjunto- resulta poco habitual y provocativo teniendo en cuenta los gustos de comienzos de siglo. La parte de la superficie del lienzo restante, está llena de diseños ornamentales abstractos con fuertes contrastes cromáticos también presentes en otras pinturas de Tappert realizadas por la misma fecha. Tales diseños documentan el interés precoz de Tappert por el incipiente movimiento cubista.
La impresionante figura de la bailarina de la derecha -correspondiente a Betty, modelo preferida del artista de la que tenemos noticias documentadas hasta 1914- también inspiró otras pinturas y grabados posteriores del autor. Este hecho demuestra la importancia que tenía el tema para Tappert, fruto de su experiencia personal y del ejemplo del arte de su tiempo. Al igual que en el caso de sus prostitutas, sus payasos y demás artistas de circo, Tappert pintó a estas figuras sin apenas referentes temporales o históricos, con el afán de simbolizar una nueva libertad individual. Estas obras poco frecuentes, emblemáticas de su tiempo y pintadas con gran frenesí expresivo, revelan a Tappert como uno de los pioneros del arte moderno alemán de la nueva metrópoli de Berlín, así como uno de los artistas que contribuyeron a la consolidación del Expresionismo alemán. Una fotografía conservada en su legado que muestra a Tappert ante esta pintura cuando fue sacada a la luz tras veinte años de destierro es otro testimonio más de la importancia que el artista concedió a esta pintura concreta dentro del contexto de su obra.
Gerhard Wietek