San Jerónimo penitente
San Jerónimo penitente está fechado en el periodo de madurez del pintor y en la última etapa de su producción artística. En esos años Tiziano siguió creando obras maestras, como el gran cuadro con el Martirio de san Lorenzo del monasterio de San Lorenzo del Escorial; Tarquinio y Lucrecia, del Fitzwilliam Museum de Cambridge; o el Castigo de Marsias del Palacio de Kromeriz; todos ellos pintados en la última década de su vida. De esta época son también dos pinturas emblemáticas para Felipe II, ya que en ambas se conmemora la victoria contra los turcos de la batalla de Lepanto, de 1571, añadiéndose además, en una de ellas, el nacimiento del infante don Fernando; se trata de Felipe II ofreciendo al cielo al infante don Fernando y La Religión socorrida por España, ambas del Museo Nacional del Prado. Vasari, entre las noticias que facilita sobre el final de la vida de Tiziano, comenta: «La última vez que lo visité fue en su estudio de Venecia, el año 1566, y lo encontré en pie delante de un lienzo, con los pinceles en la mano»; y sobre su salud nos dice: «Disfrutaba de una constitución robusta, casi nunca estuvo enfermo y nunca de dolencia importante; conservó hasta su muerte, lindando ya con los cien años, todas sus facultades, su vista y su pulso».
Tiziano representó en varias ocasiones la figura de este santo ermitaño y penitente, siendo uno de sus primeros lienzos el conservado en el Musée du Louvre de París. En esa composición horizontal, fechada hacia 1530, el santo, de rodillas, ocupa el centro del lienzo inmerso en el claro de un frondoso paisaje. Tiziano concibe esta escena con una luz nocturna, donde la luna, que emite un gran resplandor en el cielo, se oculta tras unos gruesos troncos de árboles. El paisaje que envuelve a san Jerónimo se ha considerado uno de los más hermosos y poéticos del pintor. Hacia mediados de la década de 1550 se fecha otro modelo con san Jerónimo. Se trata de la tabla conservada en la Galleria Brera de Milán, que fue originalmente pintada para el altar de Santa Maria Nuova de Venecia. Esta obra, que remata con un añadido en medio punto del siglo XVIII, se considera el prototipo de la pintura del Museo Thyssen-Bornemisza. El pintor ha incluido símbolos alusivos a la meditación y al ascetismo, como son la calavera, la clepsidra, los libros y la hiedra que trepa entre las rocas que sirven de altar al santo.
Tiziano, en la versión del Museo Thyssen-Bornemisza, ejecutada veinte años después que la tabla de Brera, ha prescindido de los atributos que había acomodado entre los riscos en la pintura del museo italiano. Aquí se centra en la figura, que ha colocado con una mayor presencia física en el centro de la tela, envolviéndola en un paraje agreste al que da unidad a través de la paleta y la pincelada. Tiziano incide en el tema de la penitencia a través de las manos y de la mirada de san Jerónimo. Así, en su mano derecha, el Padre de la Iglesia sostiene la piedra con la que se golpea el pecho, mientras la izquierda se apoya en el libro objeto de su meditación y su mirada va directa al crucifijo que se alza sobre una larga rama. A sus pies encontramos la rústica disciplina hecha con ramas, apoyada en la roca al lado de su rodilla izquierda, y el león, cuya cabeza se pierde en el fondo y que ocupa el ángulo inferior derecho. La paleta es reducida, casi monocromática, de una fina gradación, y rica en matizaciones tierras, con las que construye con gran soltura de trazo un paisaje que nos deja ver la trama del lienzo. La nota colorista la emplea sólo en la carminosa túnica del santo y en un pequeño fragmento con el que tiñe el cielo; esta mancha cálida, muy abocetada en la pierna izquierda, es un elemento más del que se sirve el pintor para insistir en el motivo principal de la tela.
Del mismo periodo y con una datación similar a este lienzo del Museo Thyssen-Bornemisza es la tela con el mismo tema del Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Sin embargo, Tiziano, en esa composición, amplía la gama de colores abriendo en el centro de la pintura un paisaje construido con intensos azules. En él recupera los símbolos del óleo de la Galleria Brera, cambiando al león de ángulo.
Al reverso de la tela original de la pintura del Museo Thyssen- Bornemisza se descubrió un dibujo que reproduce al santo del lienzo invertido respecto al resultado final. Este diseño se detectó cuando el lienzo fue reentelado en 1965.
Mar Borobia