Retrato de una mujer
Wolf Traut, según Johann Neudörfer, era hijo del pintor Hans Traut, de quien pudo recibir su formación inicial. Hacia 1505 se encuentra en el taller de Durero, en Núremberg, estancia esta que fue fundamental en su aprendizaje. Traut, a lo largo de su carrera, ejecutó sobre todo pintura religiosa para altares, así como diseños para grabados, en los que se detecta la influencia de su maestro Durero. En la década en la que está firmado este retrato del Museo, Wolf Traut recibió importantes encargos, como el de las pinturas para el altar mayor de la Johanneskirche en Núremberg, hacia 1511; el de los trabajos para la abadía de Heilsbronn, de 1513; y el de su obra maestra, conservada en el Nationalmuseum de Núremberg, La Sagrada Parentela, de 1514, pintada para la Tuchmacherkapelle de la iglesia de San Lorenzo en Núremberg, donada por Cunz Horn. Entre 1512 y 1515 Wolf Traut colaboró con el taller de Durero en la decoración para el gran arco de Maximiliano.
Este retrato procede la colección del conde Pappenheim y fue adquirido, en 1928, a la galería Hackenbroch. La pintura se presentó por primera vez al público en la exposición de la Neue Pinakothek en 1930, en la que figuró con su actual atribución pero en la que se identificó al modelo con Katharina Geyger, nombre que volvió a aparecer en el catálogo de la Colección de 1937. La obra fue estudiada por Hugelshofer en los años treinta y por Ernt Buchner, quien en un informe la había atribuido a Wolf Traut.
Este retrato, en su reverso, lleva un escudo con la fecha de 1564, junto con una inscripción que dice que la mujer representada es Katharina Geyger, de treinta y cinco años. El problema de la identidad y del escudo ya fue planteado por Buchner en su informe privado, pues en el centro de este blasón, enmarcado con roleos, cartuchos y otros motivos, figura un cuerno de caza que no corresponde al emblema de la familia Geyger de Núremberg, en el que se representaban un violín y un mortero. La fecha de 1564 tampoco se corresponde con la de la ejecución de la pintura, que figura en oro, en el ángulo superior derecho del retrato. Buchner indicó que está inscripción al reverso podía haber formado parte del marco original de la obra. Más complicada resulta la interpretación de una «G» en el anverso, que se ha tomado como la inicial del apellido de la retratada, y de una lechuza en una rama colocada a su lado. La lechuza, atributo tradicional de la diosa Minerva, puede, según el contexto, simbolizar la sabiduría, el sueño, la muerte o la noche.
Traut siguió en este trabajo de 1510 esquemas planteados por Durero. Así, la mujer, de busto, aparece recortada sobre un fondo verde en el que se proyecta la sombra de su silueta. Viste a la moda y la ancha cadena que porta en su cuello, así como el conjunto de anillos en su índice, nos hablan de su condición social. El artista ha tratado el cuerpo de la mujer con grandes manchas de color y en él no se aprecian modulaciones sobresalientes. Sin embargo, se ha centrado en un rostro que trata con realismo, con una construcción que no tiene continuidad ni en el cuello ni en el pecho. De Wolf se conocen pocos retratos, siendo esta pintura del Museo Thyssen-Bornemisza, por su ejecución y fecha, un obra básica en su producción.
Mar Borobia