San Juan Evangelista en Patmos
Cosmè Tura, uno de los grandes pintores del Quattrocento, fue el creador de la escuela de Ferrara, foco artístico vinculado a la familia de los Este y en el que se inscribe también a Francesco del Cossa y Ercole de’Roberti, artistas con representación en la colección del Museo. La primera noticia sobre la carrera de Tura se produce en Ferrara, en 1451, y hace referencia a unos estandartes. Entre 1453 y 1456 no se registra en los archivos de la ciudad ninguna nota sobre su actividad, hecho que ha llevado a pensar que tal vez se ausentó, apuntándose la posibilidad de una estancia en Padua o en Venecia. Fruto de este viaje habría sido el estudio de los trabajos de Francesco Squarcione y de Mantegna, así como de Andrea Castagno y de sus frescos de San Zaccaria en Venecia. En 1456 se vuelve a detectar actividad suya en Ferrara, donde dos años más tarde fue nombrado pintor de corte.
Antes de ingresar en la colección Thyssen-Bornemisza, en 1976, San Juan Evangelista en Patmos formó parte de tres colecciones particulares: la Costabili en Ferrara, la Gnecco en Génova, donde estaba en la década de 1950, y la del marqués Dal Pozzo en Milán. La pintura se dio a conocer en una exposición en 1933 y se incorporó, desde entonces, a la producción del artista, pero como obra próxima a su estilo. Al año siguiente de la muestra, en 1934, Roberto Longhi la incluyó por su calidad dentro del repertorio de Cosmè Tura y desde ese momento se ha considerado una obra autógrafa.
San Juan Evangelista fue desterrado por el emperador Domiciano, por ejercer la predicación, a la inhabitada isla de Patmos, donde vivió en soledad y escribió el Apocalipsis. San Juan regresó a Éfeso cuando abandonó esta pequeña isla, cerca de la costa oeste de Asia Menor, a la muerte del emperador. La única compañía que el Evangelista tuvo en Patmos fue la de un águila que con su pico o con sus garras sostenía el tintero del santo y cuyas alas desplegadas hacían de pupitre para que san Juan pudiera escribir. El águila es uno de los atributos más característicos del Evangelista y está vinculada a su persona como autor del Evangelio y del Apocalipsis.
Cosmè Tura interpreta el tema con un san Juan tumbado en primer término que lee plácidamente y al que acompaña un águila domesticada que reposa tranquila en su brazo. El ave despliega sus alas y acerca su cabeza al libro para seguir a san Juan en su lectura. La dura interpretación que Tura hace de la isla queda constatada en el paisaje, donde una amplia y árida llanura, rota por unos altos promontorios rocosos de estructuras verticales y perfiles afilados, transmite al espectador desolación. El carácter sobrenatural que inculca a este fragmento de naturaleza se refuerza con unos colores, como el azul, verde y amarillo, que envuelven con su palidez los fuertes tonos de la figura y del animal.
La pintura, que se ha fechado en la primera mitad de la década de 1470, se ha considerado, por su formato, la pieza de una predela, y su paisaje se ha comparado con el que aparece en el San Antonio de Padua conservado en la Galleria Estense de Módena.
Mar Borobia