Retrato de una mujer con un perro
Paolo Caliari, conocido como Veronés, junto con Tiziano y Tintoretto, fue uno de los grandes nombres del Renacimiento veneciano. Se formó en su ciudad natal, Verona, de donde tomó el apodo y donde tuvo como maestros a Antonio Badile y a Giovanni Caroto, cuyas enseñanzas se detectan en los primeros trabajos del pintor. Entre sus obras juveniles, fechadas en la década de 1540, se encuentran temas religiosos como el Llanto sobre Cristo muerto del Museo di Castelvecchio de Verona, el Matrimonio místico de santa Catalina de la Yale University Art Gallery de New Haven o la Pala Giustiniani, uno de los primeros encargos hechos a Veronés en Venecia para la iglesia de San Francesco della Vigna. Veronés, sin embargo, alcanzará su fama con grandes composiciones en las que tratará temas extraídos de la Biblia, así como episodios históricos o alegóricos. En 1553, el artista se trasladó a Venecia para colaborar en la decoración del palacio de los dux, en la sala del Consejo de los Diez, junto con Giovanni Battista Ponchino y Giambattista Zelotti; a éste siguieron otros encargos importantes tanto en esa ciudad como en Maser y en Verona.
Aunque en la obra de Veronés las composiciones con historias serán el centro de su actividad, también cultivó, si bien en menor proporción, el retrato. Entre sus clientes vamos a encontrar modelos representados de cuerpo entero, busto y tres cuartos, solos o con niños, como es el caso del retrato temprano conservado en el Musée du Louvre, donde una mujer lleva a un niño de la mano, o los de Iseppo y Livia da Porto con sus hijos, del Palazzo Pitti de Florencia y la Walters Art Gallery de Baltimore; todos ellos elegantes, de canon alargado con fondos sencillos.
La atribución de este lienzo a Veronés ha sido discutida, pues mientras que para parte de la crítica se trata de un versión autógrafa y la sitúan en una fase tardía de la producción del maestro, otro segmento reconoce en ella la intervención del taller y concretamente la mano de Benedetto, hermano del pintor que colaboró con él en su bottega, o la de Carletto, hijo del maestro. En la pintura se representa una muchacha que destaca sobre un fondo oscurecido en el que se ha montado un cortinaje con grandes brillos. La figura, en la que se centra el foco de luz, mira con fijeza a su derecha y viste con gran magnificencia en tonos azules, blancos y dorados. El artista ha transcrito con detalle y deleite unas telas a las que ha prestado cuidado y en las que trabaja con delicadeza el dibujo del tejido y las combinaciones de tonos. El detalle anecdótico lo encontramos en el diminuto perro de compañía que, sentado, se instala en un altillo a la izquierda. En el Musée du Louvre se conserva un dibujo de Veronés donde se representa una mujer con el mismo traje y con la misma posición de las manos, pero con un giro de cabeza distinto; este dibujo pudo servir de referencia para elaborar el lienzo.
Retrato de una mujer con un perro se ha vinculado a la colección de Cristoforo y Francesco Muselli de Verona, citada por Ridolfi, y su presencia se detectó en un inventario fechado en 1662. El lienzo estaba ya en la colección Thyssen-Bornemisza en 1928.
Mar Borobia