Bajo los árboles
En marzo de 1899, Maurice Denis explicaba en su Diario la diferencia entre las dos orientaciones en que se había disociado el grupo de los Nabis. Por una parte, el propio Denis, Sérusier y Ranson aplicaban los colores más puros, acentuaban el carácter simbólico, concedían una gran importancia a la figura humana y al dibujo, y en general tendían a una simplicidad de «gusto latino». Por otra parte, artistas como Vuillard y Bonnard preferían pintar con tonos más oscuros, favorecían las imágenes del natural, aunque ejecutadas de memoria, se preocupaban menos por las figuras y el dibujo, y su pintura exhibía una complicación de «gusto semita». Otro modo de caracterizar la oposición entre las dos corrientes sería decir que si Denis y Sérusier indagaban misterios abstractos y espirituales, Vuillard y Bonnard exploraban los misterios concretos de la vida cotidiana en el interior burgués.
La intimidad doméstica domina incluso en los paisajes de Vuillard. En la década de 1890, Vuillard pintó grandes decoraciones y cuadros de formato menor con escenas de los parques públicos de París (las Tullerías, el Luxemburgo o el Bois de Boulogne) y de los jardines privados de las casas de sus amigos, como las residencias campestres de Thadée y Misia Natanson en Valvins y Villeneuve-sur-Yonne, que el pintor frecuentaba. Estos paisajes artificiales y cercados se encuentran en las antípodas del aire libre y el pleno sol impresionista. Aunque se trate de exteriores, nunca son propiamente espacios abiertos; Vuillard recrea una atmósfera cerrada, casi sofocante. Los personajes se confunden con la vegetación, se camuflan en ella igual que en los interiores tapizados y cubiertos de alfombras y colgaduras.
En este pequeño estudio al óleo, dos árboles señalan un mágico umbral de entrada al jardín. Desde el oscuro interior de éste, irradia una luz difusa. Las figuras se definen apenas como manchas de color vibrante: el azul ultramar de la mujer sentada, el blanco del niño que se asoma a la tapia.
En lugar de las áreas planas de color características de la primera manera de Vuillard, este paisaje está pintado con una densa nube de pequeñas pinceladas; en esa época se diría que el artista regresa a cierta factura impresionista. El uso del cartón como soporte es característico de Vuillard; al absorber el aceite de los colores produce las texturas mates que el pintor prefería y su color neutro asoma, en las zonas sin cubrir, combinándose con las sutiles armonías de tonos. El punteado sobre el cartón visible forma alrededor de la escena un borde o marco ornamental.
Guillermo Solana