Caballo blanco a la orilla de un río
Philips Wouwerman estaba especializado en escenas con caballos y jinetes sobre fondos de paisajes, que fueron, a lo largo de su carrera, el tema de sus pinturas, aunque también se interesó por las escenas religiosas y mitológicas. Los motivos ecuestres con corceles y jinetes preparados para la caza, tropas cabalgando, salteadores y bandidos, que llevó a sus óleos, gozaron de una gran popularidad en su tiempo sobrepasando incluso el siglo XVII. Wouwerman desarrolló toda su carrera en Haarlem donde, salvo breves intervalos, está documentado regularmente. Según Cornelis de Bie se formó con Frans Hals, pero en sus primeras pinturas no se encuentran trazas de este aprendizaje; hacia finales de la década de 1630 se desplazó a Hamburgo, al taller del pintor de historia Evert Decker, y en 1640 está documentado ya en Haarlem, en cuyo gremio su nombre figura ese año.
Ebbinge-Wubben consideró Caballo blanco a la orilla de un río un trabajo temprano del pintor que lleva la marca de otro artista especializado también en estos temas, Pieter Verbeecq, que posiblemente fue la inspiración no sólo para el asunto de la tabla, sino también para el conjunto de gamas terrosas que Wouwerman aplicó en el óleo. En estas primeras obras, el pintor suele utilizar pocos animales, que instala en parajes con dunas en los alrededores de Haarlem para los que emplea un encuadre con un punto de vista bajo ajustado a formatos verticales. Como Ebbinge-Wubben reseñó, la pintura está firmada con las iniciales del pintor, fórmula esta que empleó en su etapa juvenil hasta aproximadamente 1646, momento en el que pasó a usar las primeras letras de su nombre junto a la inicial del apellido.
Wouwerman nos presenta aquí como tema central de la tabla un caballo blanco que ha colocado de perfil con un punto de vista bajo. El paraje en el que se instala el animal es sencillo, ya que sólo utiliza como escenario la escarpada ladera de un conjunto rocoso en cuyo extremo derecho, bañado por el agua, ha dispuesto tres burros. La calidad de su pincelada se percibe en la manera en la que ha reproducido el pelo y las crines del animal, así como en la forma en que ha resuelto la expresiva cabeza del equino.
Gaskell comparó esta pintura con otra de Pieter Verbeecq, titulada Dos jinetes por un sendero, conservada en la Mauritshuis de La Haya, en la que Verbeecq desarrolló una serie de elementos que Wouwerman empleó en este óleo.
La historia de esta pintura se conoce desde 1778, cuando fue subastada en Amsterdam. Posterior a esta subasta formó parte, durante el siglo XVIII y parte del xix, de colecciones parisinas. La pintura, hacia 1952, estaba en Amsterdam, en la colección del doctor Hans A. Wetzlar, siendo adquirida, en 1956, para la colección Thyssen-Bornemisza.
Mar Borobia