Las pinturas que se reúnen en estas tres salas son fruto del entusiasmo coleccionista del financiero Calouste Sarkis Gulbenkian (Üsküdar, 1869–Lisboa, 1955) quien, a lo largo de su vida, logró reunir más de 6.000 obras de arte de todos los tiempos y variados focos artísticos, desde el Antiguo Egipto hasta la década de los años treinta del siglo XX. Esta magnífica colección se exhibe en el museo que lleva su nombre en Lisboa, inaugurado el 2 de octubre de 1969. El coleccionista se guio siempre en sus adquisiciones por la belleza de los objetos. 

Francesco Guardi es el artista mejor representado en el Museo Calouste Gulbenkian, con un soberbio conjunto de pinturas que se expone por primera vez en su totalidad en Madrid gracias a un acuerdo de colaboración entre ambas instituciones. De este virtuoso del pincel, convertido en el vedutista más importe de Venecia tras la muerte de Canaletto en 1768, se presentan 18 óleos y uno de su hijo Giacomo que fueron adquiridos entre 1907 y 1921, así como un dibujo de Francesco añadido en 2002. Las obras están fechadas entre 1765 y 1791 e ilustran lugares icónicos de Venecia, sus fiestas, los alrededores de la ciudad y el brillante capítulo de los caprichos.

Francesco Guardi. La partida del Bucintoro, hacia 1765-1780

La ciudad y sus fiestas

Esta muestra acoge un selecto grupo de obras de Guardi que narran a modo de crónica escenas de la ciudad durante las celebraciones más importantes. Este tipo de vedute gozó de gran popularidad, sobre todo entre los extranjeros que realizaban el Gran Tour, principalmente ingleses, que viajaban por el continente como parte de su formación y que coleccionaban estas obras como recuerdo de su paso por Venecia. 

La fiesta de la Ascensión, la celebración más significativa de la ciudad, conmemoraba la hegemonía de la República sobre el mar. Se escenificaba con la salida del dux a bordo del Bucintoro, seguido de multitud de embarcaciones, para lanzar su anillo al agua y escenificar así el matrimonio simbólico con el mar. Durante estas fiestas, la plaza de San Marcos se convertía en el centro de reunión de los venecianos, engalanándose con adornos y arquitecturas efímeras. Ambos temas fueron pintados por Guardi en espectaculares composiciones. Paralelamente, las pinturas de regatas propiciaron exquisitos escenarios, donde el cielo y el agua comparten protagonismo con la representación de las arquitecturas y los numerosos grupos de figuras que daban vida a este acontecimiento. 

Guardi toma como modelo para estas composiciones las pinturas de Canaletto que luego resuelve según su propio estilo pictórico, ya que, frente a la inmovilidad de las escenas de éste, sus vedute rebosan emoción, brío y dinamismo.

Francesco Guardi. Capricho, hacia 1770-1780

Terraferma y los caprichos

Junto a los grandes acontecimientos de la ciudad y sus perspectivas más famosas, Guardi también fijó su atención en otros aspectos del paisaje alejados del lujo y del esplendor del centro de la urbe y representó enclaves modestos próximos a Venecia. En este apartado se encuentran sus vistas de Dolo, localidad que ya había llamado la atención de sus antecesores Canaletto y Bellotto. En estas pinturas la vida cotidiana y los personajes anónimos, atareados en sus labores diarias, nos acercan a una realidad plena de verismo. 

En los caprichos de Guardi los espacios monumentales, las ruinas, los templos, los pórticos y las arcadas, entre otros elementos, constituyen, junto con el paisaje, campestre, boscoso o marítimo, el elemento central. El artista se aleja de los modelos académicos para estas composiciones en las que opta por la influencia de Marco Ricci (1676-1730) y Alessandro Magnasco (1667-1749) y se deja llevar por la inventiva. A través de una pincelada suelta y muy personal, muestra el deterioro de las arquitecturas, envueltas en una atmósfera lírica, que trasmiten el paso del tiempo y llegan a producir en el espectador un sentimiento de nostalgia.

Francesco Guardi. La partida del Bucintoro, hacia 1765-1780

Francesco Guardi

La partida del Bucintoro, hacia 1765-1780 
Óleo sobre lienzo 
Lisboa, Museo Calouste Gulbenkian

Francesco Guardi aúna en este lienzo dos temas inconfundibles de la ciudad: una amplia vista de la dársena con sus edificios más significativos, representados en una suave diagonal hacia la izquierda, y el inicio de una de sus grandes ceremonias, la partida del Bucintoro. El Bucintoro era la galera de los dux, uno de los símbolos de la República que se usaba para homenajear a visitantes destacados o en ceremonias oficiales, como en este caso, la celebración del día de la Ascensión, donde se escenificaba alegóricamente el matrimonio del dux con el mar y el poderío de la Serenísima sobre este medio. El magnífico barco con sus remos se sitúa a la derecha y se identifica por el estandarte rojo y dorado con el león alado, símbolo de la ciudad, que ondea en su palo mayor. La gran barcaza era acompañada en su recorrido marítimo por multitud de góndolas y todo tipo de embarcaciones como describe Guardi con gran vivacidad.

Francesco Guardi. El puente de Rialto según el proyecto de Palladio

Francesco Guardi

El puente de Rialto según el proyecto de Palladio, hacia 1770
Óleo sobre lienzo 
Lisboa, Museo Calouste Gulbenkian

Esta composición, a medio camino entre un capricho y vista idealizada, tiene un claro precedente en Canaletto (1697-1768), creador de cuadros con este mismo motivo para un público mayoritariamente británico. Guardi convierte el diseño no construido del puente de Rialto de Andrea Palladio (1508-1580) en el centro de su pintura. Para acentuar su protagonismo deja un amplio espacio, libre de tráfico acuático, en torno a sus tres arcos. El puente de piedra que sustituyó al antiguo de madera es obra del arquitecto Antonio da Ponte (1512-1595), vencedor del concurso convocado en 1587 para su reconstrucción. El Rialto conecta la Riva del Vin, lugar donde se descargaban los toneles de vino, a un lado del canal, con la Riva del Carbón, en el otro, el núcleo comercial más importante de la ciudad. La actividad de la zona queda retratada en el ajetreo de barcas y las numerosas figuras.

Francesco Guardi. Capricho, hacia 1770-1780

Francesco Guardi

Capricho, hacia 1770-1780 
Óleo sobre lienzo 
Lisboa, Museo Calouste Gulbenkian

Este retrato de Wolfgang Beurer luce un marco original característico del Renacimiento alemán en cuyos largueros laterales se ubica la decoración pictórica, la cual atestigua que el marco fue realizado expresamente para el cuadro y contribuye a la identificación del protagonista. A la izquierda está representado el emblema del Santo Sepulcro y a la derecha el de la orden chipriota de la Espada a la que pertenecía el protagonista, Von Rückingen. El marco continúa en una moldura geométrica, un filo a modo de jamba de reminiscencia gótica, y el larguero inferior, también dorado, ostenta una inscripción y hace las veces de prolongación del alféizar pintado. El pintor incluye en éste la fecha de la obra y la edad del protagonista, cuya mano está apoyada en el parapeto en primer plano. El reverso del marco carece de decoración pictórica.

Il Bucintoro. Canaletto (Giovanni Antonio  Canal)

Canaletto

Il Bucintoro, hacia 1745-1750 
Óleo sobre lienzo 
Colección Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC)

Canaletto aborda en esta tela una de las vistas más conocidas de la ciudad. En ella se representan las Prisiones, el Palacio Ducal, la Piazzetta, con las columnas que sustentan al león alado y a san Teodoro, la biblioteca Marciana, la Zecca y los almacenes de grano para adentrarnos en el Gran Canal, donde se distingue la basílica de Santa Maria della Salute. La dársena está ocupada por el Bucintoro, la gran galera de los dux, y numerosas embarcaciones. Se trata de una composición realizada con un dibujo riguroso y un colorido brillante, señas de identidad del mejor Canaletto. 

El lienzo, que es parte de la colección del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, se encuentra en depósito en el Museu Nacional d’Art de Catalunya.

Francesco Guardi. Las compuertas en Dolo, hacia 1774-1776

Francesco Guardi

Las compuertas en Dolo, hacia 1774-1776 
Óleo sobre lienzo 
Lisboa, Museo Calouste Gulbenkian

Guardi retoma aquí un tema que ya había sido pintado por Canaletto y del que realizará varias versiones. 

En el primer plano son visibles las esclusas que se suceden en la ribera del río Brenta a su paso por la aldea de Dolo. La perspectiva de la composición se articula en torno al río y a la sucesión de arquitecturas que convergen en el horizonte con la iglesia de San Rocco. Una luz de atardecer impregna este paisaje rural, tiñéndolo de un ocre rosado animado por numerosos toques de blanco muy brillante. 

El gusto de Guardi por retratar la vida cotidiana se refleja en la representación de personajes realizando diversos trabajos o en las figuras de los aristócratas que pasean suntuosamente vestidos y que, durante el siglo XVIII, disfrutaban de sus segundas residencias de campo en esta región, entre Venecia y Padua. El tocado de la mujer en el primer plano, que puso de moda Madame du Barry en París hacia 1774, y que llegó a Venecia hacia 1776, ha permitido datar esta pintura.

Francesco Guardi. La fiesta de la Ascensión en la plaza de San Marcos

Francesco Guardi

La fiesta de la Ascensión en la plaza de San Marcos, hacia 1775 
Óleo sobre lienzo 
Lisboa, Museo Calouste Gulbenkian

Entre las numerosas versiones que Guardi pintó de la plaza de San Marcos este lienzo se considera una obra maestra no sólo por su calidad técnica, sino porque documenta a la perfección una de las fiestas más importantes de la ciudad, la Ascensión de Cristo. 

La amplia vista de la plaza desemboca al fondo en la basílica de San Marcos, cuya fachada contrasta con la imponente verticalidad del Campanile. La Torre del Reloj y el Palacio Ducal apenas son visibles a los lados, mientras que las arcadas de las Procuradurías, temporalmente decoradas, acogen pequeños comercios dispuestos con ocasión de las fiestas. Es muy posible que el artista se sirviera de una cámara oscura para conseguir esta perspectiva. 

La escena está animada por las numerosas figuras que pululan por la plaza, retratadas con rápidas pinceladas y toques de color empastados. La luz del atardecer ilumina las arquitecturas creando zonas de claroscuro bajo un cielo espectacular, de matices atmosféricos cambiantes.

En el British Museum de Londres se conserva un dibujo preparatorio que se ha relacionado con esta obra y con la otra composición presente en esta sala con idéntico tema.

Francesco Guardi. La isla de San Giorgio Maggiore, hacia 1790

Francesco Guardi

La isla de San Giorgio Maggiore, hacia 1790 
Óleo sobre lienzo 
Lisboa, Museo Calouste Gulbenkian

Al otro lado del Bacino, descubrimos la isla de San Giorgio Maggiore con la iglesia, el convento y el campanile, que destaca por su original remate. 

Guardi pintó esta escena en varias ocasiones, pero siempre desde distintos puntos de vista. En este caso retrata un lateral de la famosa iglesia cuyo diseño inicial estuvo a cargo de Palladio, quien trazó una fachada de pórtico clásico que fuera visible desde la ciudad. Junto a ésta destaca el convento benedictino que fue probablemente el complejo religioso más antiguo de Venecia. El formato de la obra, vertical y de reducidas dimensiones, la hace excepcional, ya que es la única de esta temática con estas características. 

Esta isla fue pintada anteriormente por Bellotto y por Canaletto, cuyo interés por describir los edificios con la mayor exactitud posible no se corresponde con la composición de Guardi, en la que se aprecia una visión mucho más personal y subjetiva del tema, de gran implicación emocional. Se trata de una obra de producción tardía en la que el artista aborda esta vista de Venecia de forma muy libre, en la que describe la atmósfera húmeda de la laguna, la luz cálida del atardecer, los reflejos luminosos en el agua surcada por distintas góndolas y cuya perspectiva se pierde en el horizonte hasta llegar a la Riva degli Schiavoni.

Francesco Guardi. Regata en el Gran Canal

Francesco Guardi

Regata en el Gran Canal, hacia 1775 
Óleo sobre lienzo 
Lisboa, Museo Calouste Gulbenkian

Esta magnífica escena está inspirada en una pintura de Canaletto del mismo tema propiedad de la Royal Collection de Reino Unido y fechada hacia 1733-1734. 

La amplia perspectiva del Gran Canal tiene como punto de partida, a la izquierda, la tribuna o macchina, una plataforma flotante con dosel donde se sitúan las autoridades. En el primer plano, dos góndolas acogen a personajes ataviados de carnaval mientras que, a ambos lados del canal, la sucesión de arquitecturas y de embarcaciones desemboca en el puente de Rialto apenas visible en el horizonte. 

Las regatas se convirtieron en una actividad festiva muy frecuente y popular en la Serenísima. La escena está descrita por Guardi de manera vivaz, retratando el movimiento de las barcas y de los personajes. Las pinceladas nerviosas y el contraste de colores construyen una composición de menor rigor topográfico que las de los vedutistas de la generación anterior. El público disfruta de la fiesta asomado a las ventanas y sobre las numerosas embarcaciones, entre las que destacan las bissone o góndolas de varios remeros, propiedad de las clases más altas, adornadas con flores, y que ostentan los colores y estandartes que representan a las distintas familias.

Detalle en macrofotografía de la obra de Ast "Vaso chino con flores, conchas e insectos"
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