Francis Bacon es una de las personalidades artísticas más emblemáticas y perturbadoras del periodo que siguió al fin de la Segunda Guerra Mundial. Su personal visión atormentada y descompuesta del ser humano es el mejor documento de la crisis que aquejó a la humanidad durante la segunda mitad del siglo XX.

Nacido en Dublín, aunque de padres ingleses, se trasladó a vivir a Londres en 1925, donde comenzó su carrera profesional como decorador de interiores. Se inició en la pintura de forma autodidacta en los primeros años de la década de 1930, tras haber visitado una exposición de Picasso en la Galerie Rosenberg de París. Aunque en la temprana fecha de 1933 Herbert Read publicó una obra suya (Crucifixión, 1933, Londres, colección Murderme) en su libro Art Now, sus obras no tuvieron en un principio una buena acogida. Los pocos éxitos obtenidos en sus primeros años de pintor, le llevaron, en 1942, a destruir la mayor parte de su obra temprana. Al ser declarado inútil para el servicio militar activo en la Segunda Guerra Mundial, sirvió como oficial en la Air Raid Patrol en la primera parte de la guerra y sólo comenzó a pintar de manera continuada a partir de 1944. En 1946 el Museum of Modern Art de Nueva York adquirió su Pintura, del mismo año, y, a partir de ese momento, su obra comenzó a ganar reputación. En 1956 fue invitado a representar a Gran Bretaña en la Bienal de Venecia junto a Ben Nicholson y Lucian Freud.

A Bacon siempre le interesó el aspecto más amargo de la existencia y sus obras son metáforas de la lucha del ser humano con su entorno. Su personal lenguaje pictórico muestra los aspectos más misteriosos e inquietantes de la condición humana; sus retratos no buscan el parecido de los rasgos físicos del modelo, sino su condición espiritual. En cuanto a la técnica pictórica, Bacon fue un perfeccionista y dominó como nadie la mezcla simultánea de los componentes de azar y orden. En sus obras se combinaba un interés por la fotografía con su admiración por los grandes maestros de la pintura, especialmente por Velázquez, Rembrandt y Goya.

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