Oskar Kokoschka nació en la pequeña localidad austriaca de Pöchlarn, a orillas del Danubio, en 1886. Se formó artísticamente a comienzos del siglo XX en el contexto de la Viena finisecular, durante ese mítico periodo en que, coincidiendo con los últimos años del ya agonizante imperio Austro-Húngaro, se fraguó un florecimiento cultural sin precedentes.

En 1904 comenzó a estudiar en la Kunstgewerbeschule, una institución vinculada al Jugendstil, en la que destacó por su espíritu independiente y rebelde. En 1908 comenzó su colaboración con los Wiener Werkstätte, en cuya editorial se publicó su primer libro ilustrado, Die träumenden Knaben (Los niños que sueñan), en el que combinaba textos y versos libres con litografías en color. En sus años de juventud compaginaba su actividad artística, pintando sobre todo retratos de la intelectualidad vienesa, con la de escritor. Sus obras y sus dos piezas teatrales, Sphinx und Strohmann (La esfinge y el espantapájaros) y Mörder, Hoffnung der Frauen (Asesino, esperanza de las mujeres) —hoy consideradas el germen del teatro expresionista alemán—, causaron grandes escándalos en la Internationale Kunstschau de 1909.

En 1910 residió por un tiempo en Berlín, donde colaboró con la revista Der Sturm de Herwarth Walden, y en 1912 tuvo una tortuosa relación amorosa con Alma Mahler, que dejaría en él una profunda huella. Durante la Primera Guerra Mundial fue herido de gravedad y no se recuperaría hasta años más tarde. Entre 1919 y 1922 fue profesor de la Kunstakademie de Dresde, y más tarde se dedicó a viajar por Europa, África y Oriente, al tiempo que comenzaba a ser valorado y sus pinturas a ser expuestas en prestigiosos museos. Con la llegada del nazismo su arte fue confiscado y declarado degenerado, por lo que se trasladó a vivir a Praga, donde conoció a Olga Pavlovska, que pasado el tiempo se convertiría en su mujer. Ante el avance nazi, en 1938 huyó a Inglaterra y en 1947 se convirtió en ciudadano inglés.

En 1953 volvió a Austria e inició la actividad de su Schule des Sehens (Escuela de Ver) en Salzburgo, mientras su obra recuperó el prestigio perdido. Ese mismo año se instaló definitivamente en Villeneuve, junto al lago de Ginebra, donde viviría el resto de su vida.

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