René Magritte
Lessines, 1898-Bruselas, 1967
René Magritte fue una figura central en el desarrollo del surrealismo, en especial en Bélgica, su país natal. Entre 1916 y 1918 estudió en la Académie Royale des Beaux-Arts de Bruselas y empezó a pintar dentro de un estilo impresionista. En 1919 se sintió atraído por el futurismo y pronto su trabajo derivó hacia el cubofuturismo. Su descubrimiento en 1922 de la pintura metafísica de Giorgio de Chirico sería decisivo para el desarrollo de su carrera artística a partir de ese momento.
En 1926 Magritte fue el principal impulsor del surrealismo belga, un grupo que componían, entre otros, Camille Goemans y Paul Nougé, y un año más tarde viajó a París, donde viviría hasta 1930. Allí colaboraría en las actividades del grupo surrealista encabezado por André Breton, por lo que también conoció a Max Ernst y Paul Éluard. En sus obras de ese momento Magritte se apartó deliberadamente del mundo del inconsciente y desarrolló un tipo de surrealismo basado en la asociación absurda de objetos que pintaba con una minuciosidad fotográfica. A través de unas imágenes de aparente sencillez conseguía descubrir al espectador el lado más misterioso de su entorno familiar. Tras su retorno a Bélgica, Magritte decidió llevar la vida de un belga de clase media y sometió sus actividades diarias a una calculada rutina, a pesar de lo cual su casa se convirtió en punto de encuentro de artistas y escritores. Tras un breve periodo de tiempo durante la ocupación alemana en que volvió a un estilo cercano al impresionismo, probablemente con la intención de parodiar este estilo decimonónico, en 1947 se vio inmerso en lo que él mismo llamó époche vache, una etapa que esperaba irritar al público francés con temas crueles y de factura ruda al modo fauve. Tras el escándalo provocado en París por su exposición, Magritte recuperó su estilo anterior e incorporó a su producción esculturas, breves películas surrealistas y encargos para pinturas murales. En 1948 firmó su contrato con el marchante neoyorquino Alexandre Iolas y gracias a él su fama se hizo internacional.
En 1926 Magritte fue el principal impulsor del surrealismo belga, un grupo que componían, entre otros, Camille Goemans y Paul Nougé, y un año más tarde viajó a París, donde viviría hasta 1930. Allí colaboraría en las actividades del grupo surrealista encabezado por André Breton, por lo que también conoció a Max Ernst y Paul Éluard. En sus obras de ese momento Magritte se apartó deliberadamente del mundo del inconsciente y desarrolló un tipo de surrealismo basado en la asociación absurda de objetos que pintaba con una minuciosidad fotográfica. A través de unas imágenes de aparente sencillez conseguía descubrir al espectador el lado más misterioso de su entorno familiar. Tras su retorno a Bélgica, Magritte decidió llevar la vida de un belga de clase media y sometió sus actividades diarias a una calculada rutina, a pesar de lo cual su casa se convirtió en punto de encuentro de artistas y escritores. Tras un breve periodo de tiempo durante la ocupación alemana en que volvió a un estilo cercano al impresionismo, probablemente con la intención de parodiar este estilo decimonónico, en 1947 se vio inmerso en lo que él mismo llamó époche vache, una etapa que esperaba irritar al público francés con temas crueles y de factura ruda al modo fauve. Tras el escándalo provocado en París por su exposición, Magritte recuperó su estilo anterior e incorporó a su producción esculturas, breves películas surrealistas y encargos para pinturas murales. En 1948 firmó su contrato con el marchante neoyorquino Alexandre Iolas y gracias a él su fama se hizo internacional.