La pintora Gabriele Münter desempeñó un papel fundamental en el desarrollo del expresionismo alemán de comienzos del siglo XX. Fue además una de las fundadoras de El Jinete Azul (Der Blaue Reiter), un grupo que contribuyó decisivamente a la renovación del panorama artístico de Múnich. 

Sus inicios estuvieron marcados por su interés por la fotografía, forjado durante un viaje a Estados Unidos (1898-1900) en el que visitó a parientes en Misuri, Arkansas y Texas. En 1901 regresó a Alemania con la firme determinación de ser artista profesional y, tras un breve paso por la Damen-Akademie (Academia para Mujeres) de Múnich, se inscribió en la escuela Phalanx, donde Wassily Kandinsky se convirtió en su maestro y compañero. Entre 1904 y 1908, junto a él viajó por Europa y el norte de África y residió un año en París. 

En 1908 volvió a Múnich y, durante aquel verano descubrió con Kandinsky el pueblo de Murnau. Esta localidad, situada en las estribaciones de los Alpes, pasó a ser lugar de encuentro e intercambio con Alexej von Jawlensky y Marianne Werefkin, entre otros. Allí, el arte de Münter evolucionó hacia la simplificación de la forma y la libertad en el uso del color, influida tanto por sus compañeros como por el descubrimiento de las pinturas populares sobre cristal típicas de la región. 

Desde 1909 fue una de las principales impulsoras del expresionismo en Múnich. Participó en la Nueva Asociación de Artistas de Múnich (Neue Künstlervereinigung München, la NKVM) y su obra fue incluida en las exposiciones que la asociación celebró en 1909 y 1910. En 1911 Kandinsky, Franz Marc y ella misma la abandonaron debido a desacuerdos por la selección de obras y juntos organizaron la muestra Der Blaue Reiter, donde expuso su obra. Durante esa época, también colaboró intensamente en la edición del almanaque del mismo nombre que se publicaría en 1912. 

En 1914, con motivo del comienzo de la Primera Guerra Mundial, Münter se trasladó con Kandinsky a Suiza y después, en solitario, a Escandinavia hasta 1920, donde estableció estrechos contactos con la escena artística local y expuso su obra en diversas ocasiones. Tras su regreso en la década siguiente a Alemania llevó una vida itinerante en la que prevaleció su faceta de dibujante. Tras una estancia en París de un año, en 1931 se instaló definitivamente en la casa que había comprado en 1909 en Murnau, donde vivió y trabajó hasta su muerte. 

Aunque habitualmente su relación sentimental con Wassily Kandinsky (entre 1902 y 1916) ha eclipsado parcialmente su personalidad artística, en los últimos años numerosos estudios y exposiciones han reivindicado su relevancia en el contexto del arte del siglo XX.

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