Michiel Sweerts
Retratista, pintor de género y de escenas alegóricas, Michiel Sweerts fue, por su estilo, una figura singular dentro de la escuela flamenca del siglo XVII. Se conoce poco sobre su actividad artística hasta su traslado a Roma, donde ejerció como pintor entre 1646 y 1656. En esta ciudad está documentado en la Accademia di San Luca como aggregato, asistente no oficial. En ese periodo, Sweerts, siguiendo la moda de otros artistas nórdicos, que constituían una nutrida comunidad en Roma, pintó escenas ambientadas en las calles de la ciudad. También de esa etapa son una serie de lienzos donde se ilustra la actividad y la formación de los pintores en estudios, clases o tomando apuntes del natura
Estudio de un pintor (Amsterdam, Rijksmuseum) y El estudio (Detroit, Institute of Art) son ejemplos de este tipo de representaciones que, además, subrayan su interés personal por la naturaleza y la escultura clásica como muestran los numerosos fragmentos escultóricos en sus escenas. En 1655 se encuentra en Bruselas, donde un año más tarde publicó una serie de grabados Diversae facies, con fines didácticos, para ser utilizados por sus alumnos como ejemplos. Allí abrió una escuela de dibujo y aparece registrado, en 1657, en el gremio de pintores. Su presencia en Amsterdam está documentada en 1660 con un grupo de misioneros, desde donde se embarcó hacia Palestina para después viajar más allá de Persia; su carácter y la falta de disciplina fueron las causas por las que tuvo que abandonar la misión. Se trasladó entonces de Isfahán (Irán) a Goa, en la costa oeste de la India, donde, según los archivos de la Societé des Missions Etrangères, falleció en 1664.
Su obra, en la que sobresalen unas tonalidades plateadas especiales, se diferencia de la del resto de los nórdicos que trabajaron en Italia por el uso que hace del color, aplicado en equilibrados juegos armónicos a los que da cierto lirismo. Entre sus pinturas destacamos Plaga en una ciudad de la Antigüedad, en la que se aprecia la influencia de Nicolas Poussin, sus retratos de muchachos, en los que el tratamiento que hace de la luz le aproxima a los mejores luministas holandeses, o el ciclo con las obras de misericordia, repartidas entre varios museos y colecciones privadas.