Jean-Antoine Watteau, el más joven de los hijos de Jean-Philippe, manifestó desde niño su afición por la pintura. Su primera formación tuvo lugar en su ciudad natal, Valenciennes, donde está documentado en 1699 con el pintor Jacques-Albert Gérin. En 1702 marchó a París, donde empezó a dibujar del natural; en esta temprana etapa se producen una serie de contactos con la colonia flamenca establecida en París. Entre 1705 y 1708 se encuentra trabajando con Claude Gillot, grabador y escenógrafo, en cuyo taller se familiarizó con los personajes de la Commedia dell’Arte y del mundo del teatro y de las máscaras. A continuación está documentado con Claude Audran, ayudando al maestro en la decoración del castillo de la Muette. Durante ese periodo Watteau tuvo acceso a la colección del Palais de Luxembourg, donde admiró y estudió la obra de Rubens. Entre 1708 y 1712 Watteau realizó sus primeros trabajos independientes. Tras una breve estancia en Valenciennes, donde pintó escenas de temas militares, en 1710 regresó de nuevo a París, y fue admitido, en 1712, en la Academia como pintor de fiestas galantes. Sus cuadros, de pequeño formato, están ambientados en bellos jardines, llenos de personajes elegantes que se entretienen conversando o tocando algún instrumento. Watteau está considerado el primer artista rococó de la pintura francesa. Entre sus creaciones más importantes se encuentran: Fiestas venecianas, en la National Gallery of Scotland, Edimburgo; Embarque a la isla de Citerea, de 1717, en el Musée du Louvre; El jardín del Amor, en el Museo del Prado, y L’Enseigne de Gersaint, en la colección Charlottenburg, donde se aprecia un cambio de rumbo en su pintura. Watteau murió en 1721, en Nogent-sur-Marne. Poco después de su muerte, su amigo y protector Jean de Jullienne mandó realizar grabados de todas sus pinturas y dibujos, que contribuyeron considerablemente a la difusión de su obra por todo Europa. Aunque su estilo tuvo numerosos seguidores e imitadores, su único alumno documentado fue Jean-Baptiste Pater.

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