San Jerónimo y el beato Bartolo Buompedoni de San Gimignano
Benozzo Gozzoli, cuya biografía recoge Vasari en sus Vidas, trabajó con Fra Angelico, del que asimiló rasgos de su estilo, como se aprecia en algunos de los frescos del convento de San Marco de Florencia donde colaboró. Gozzoli, cuyo verdadero nombre era Benozzo di Lese, acompañó a Fra Angelico a Roma, en 1447, para participar en la decoración de las capillas de San Pedro y de Nicolás V en el Vaticano. Vasari recoge algunos comentarios de sus contemporáneos que lo consideraban «un artista de gran talento inventivo, especialmente para pintar animales, perspectivas, paisaje y ornamentos». Independiente de estas apreciaciones, el crítico también reconoce que «realizó tantas obras en su tiempo, que demostró no haberse cuidado gran cosa de otros deleites ». A este respecto es cierto que Benozzo Gozzoli fue uno de los artistas más activos de su época y que ejecutó un gran número de obras, especialmente al fresco.
El personaje que en esta tabla acompaña a san Jerónimo, y que en publicaciones anteriores se describía simplemente como un santo, es el beato Bartolo Buompedoni. Su identificación, así como otros datos sobre la procedencia de la obra, se deben a Roberto Bartalani. Bartolo Buompedoni nació, hacia 1228, en San Gimignano; leproso, llegó a dirigir el lazareto de su ciudad natal hasta su muerte en 1300, perteneció a la orden franciscana y fue famoso en vida por su paciencia y por su resignación. Benozzo Gozzoli representó a este mismo santo con el nombre en su halo, en el coro de la iglesia de San Agostino en San Gimignano. Entre ambas representaciones se han detectado una serie de paralelismos que han contribuido a fijar con más seguridad la identidad del santo y la fecha de ejecución de la obra.
La tabla, por su diseño y formato, perteneció a una predela ejecutada en los años que Benozzo Gozzoli estuvo en San Gimignano, donde, entre otros trabajos, ilustró la vida de san Agustín con un ciclo de diecisiete escenas para la iglesia titular de este santo en la mencionada localidad italiana. La predela, a la que pertenecía esta tabla, se concibió con una escena única que fue recortada en fecha desconocida y cuya parte izquierda se halla en el Musée du Petit Palais de Aviñón. En este fragmento del museo francés se representa, en un paraje similar al nuestro, a la beata Fina y a María Magdalena. Se ha pensado que el tema central pudo haber sido una Piedad que hubiera quedado enmarcada a sus lados por los dos grupos de santos con un paisaje continuo de fondo. El modelo que Benozzo Gozzoli siguió para esta pieza tal vez fue parecido al que se conserva en el Museo Civico de San Gimignano, donde un Cristo Resucitado, de pie dentro de su sepulcro, queda simétricamente encuadrado por la Virgen, san Juan y dos santos. La tabla de Gozzoli expuesta en la Galleria Brera de Milán, con Cristo, la Virgen y san Juan, fue propuesta por Laclotte y Mognetti como motivo principal para este banco de altar de Gozzoli, hipótesis que fue rechazada por Cole Ahl pero aceptada por Andrea di Lorenzo tras su restauración. La pintura del Museo Thyssen-Bornemisza, cuya atribución no ha sido nunca cuestionada, desprende una atmósfera serena, típica del pintor, a la que contribuye la concepción de los personajes así como el extenso y detallado paisaje sobre el que estos dos santos se recortan.
Mar Borobia