Hijo de Lucas Cranach el Viejo, se formó en el taller de su padre al igual que su hermano mayor Hans, siguiendo la línea estilística paterna. En este retrato, sobre un fondo liso de color azul intenso, se representa a una joven de algo más de medio cuerpo, lo que evidencia una evolución en el género ya que se va mostrando cada vez una mayor parte de la figura humana.

El artista refleja su maestría en la minuciosidad de los detalles tales como la redecilla de perlas que sostiene el cabello de la joven, los anillos, el cinturón o la gargantilla que luce. Por su indumentaria, rica en pieles y adornada con numerosas joyas, se ha considerado que sea un personaje de la aristocracia o una figura relevante de la corte alemana. Las letras “ABON” que aparecen en su indumentaria se han interpretado como “A bona fide”, y hacen referencia a su honestidad y a sus obligaciones. La mayoría de estas pinturas se realizaban para una ocasión especial como un enlace nupcial, por lo que esta obra pudo ser encargada bien como una tabla individual o bien como pareja de otra. Su posición ligeramente girada hacía la izquierda ha inclinado a la crítica a considerar un emparejamiento con la imagen de un hombre, fechado en el mismo año, que se conserva en el Museo de Sao Pablo en Brasil.

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Lucas Cranach, el Joven, se formó desde una edad temprana, al igual que su hermano Hans, en el taller familiar de Wittenberg. Sus primeras obras siguen muy de cerca el estilo de su padre, siendo difícil en esos años diferenciar ambas manos. En la década de los años treinta, tras la muerte de su hermano mayor, Lucas el Joven tuvo que ocupar su puesto dentro de la jerarquía del taller, su responsabilidad se incrementó y sus obligaciones aumentaron al tener que asumir la dirección del negocio en 1550, fecha en la que su padre abandonó Wittenberg para acompañar al exilio al elector Juan Federico de Sajonia. Lucas Cranach, el Joven, trabajó la pintura e hizo diseños para grabados, y al igual que su progenitor, también tuvo inclinaciones políticas que lo llevaron a ocupar diversos cargos en el gobierno de su ciudad. Lucas Cranach continuó trabajando para la casa de Sajonia, para la que hizo retratos y pinturas alegóricas, así como otros temas acordes con los postulados reformistas. Como ilustrador colaboró en dos ediciones de la Biblia publicadas una en Wittenberg y la otra en Leipzig.

El retrato de esta mujer está fechado en 1539, un momento difícil dentro del taller familiar para determinar su autoría. Prueba de ello han sido las atribuciones que la tabla ha tenido desde que Campbell Dodgson la publicó por primera vez, cuando la asignó precisamente a Lucas Cranach, el Joven. Sin embargo, Friedländer en sus primeros estudios la incluyó dentro de la producción del padre, adscripción con la que figuró en los primeros catálogos de la colección Thyssen-Bornemisza, así como en la exposición de la Neue Pinakothek, muestra en la que participó. La pintura mantiene actualmente la atribución propuesta por Isolde Lübbeke, que además la comparó, en profundidad, con el retrato de un hombre, firmado en 1539, conservado en el Museu de Arte de São Paulo, tabla que esta historiadora apunta como su pareja.

Esta mujer, cuya identidad desconocemos por el momento, posa de pie y de más de medio cuerpo, recortada sobre un atractivo fondo azul. Viste con distinción pero sin ostentación, y lleva en sus manos varias sortijas y dos cadenas de oro en el pecho. A la elegancia de su vestuario, al que se añade el detalle de la piel con la que remata el cuello del vestido y el sombrero, se suma la delicadeza con la que se ha construido su rostro, de tonos suaves, y en el que el pintor ha destacado la estructura ósea del modelo.

Por su indumentaria, esta mujer puede haber sido miembro de la clase patricia, aunque hubo un intento por parte de Zimmermann de identificarla con la esposa del duque Federico de Sajonia, Isabel, propuesta que fue descartada. Por lo que respecta a su conexión con la pintura del Museu de Arte de São Paulo, las dos imágenes tienen las mismas dimensiones, visualmente encajan bien y además comparten detalles técnicos y de estilo. La pintura de Brasil, en la que el hombre lleva en la cabeza una corona de claveles, se ha reconocido, con reservas, como el retrato de un novio. La dama lleva en el corpiño una inscripción abreviada que se ha relacionado con el lema A bone fine. La pintura ingresó en la colección Thyssen-Bornemisza en 1929.

Mar Borobia

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