Hans Burgkmair está considerado uno de los introductores del Renacimiento en Alemania. Trabajó para los más importantes mecenas de la época, como el Emperador Maximiliano I, y el príncipe Guillermo IV de Baviera. En sus obras combina elementos germánicos con otros de clara influencia italiana, por lo que se ha considerado la posibilidad de que realizara un viaje al norte de este país transalpino. Para este Santo Entierro el artista ha elegido el momento del traslado del cuerpo de Cristo envuelto en el santo sudario; episodio cuyas primeras representaciones aparecen en el siglo XV y que fue tratado por artistas como Mantegna, Durero o Rafael. En el ángulo inferior izquierdo de la tabla, en el frente de la piedra que cierra el sepulcro, aparece el escudo de la familia Peutinger, por lo que se pensó que la obra había formado parte del Altar de la Crucifixión de la Alte Pinakothek de Múnich, encargado por esta importante familia. Isolde Lübbeke realizó un estudio que contenía un fotomontaje del altar incluyendo esta pintura. Estudios posteriores pusieron de manifiesto que la diferencia de proporciones y de estilo entre ambos conjuntos, hacían inviable esta hipótesis. Actualmente este Santo Entierro está vinculado a un diseño del artista conservado en el Nationalmuseum de Estocolmo.

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Hans Burgkmair se inició en las artes con su padre Thoman Burgkmair y continuó su formación con Martin Schongauer en Colmar. Burgkmair no sólo se dedicó a la pintura mural y para altares, también fue un infatigable dibujante del que nos han llegado diseños para vidrieras, medallas conmemorativas y otros ornamentos. En su obra ocupa un lugar importante su trabajo como ilustrador, donde experimentó con nuevas técnicas de claroscuro en el campo de la xilografía. Burgkmair estableció el taller en su ciudad natal, Augsburgo, que abandonó hacia 1503 cuando realizó un viaje de estudios por el bajo Rin y posiblemente a Italia en 1507. El pintor obtuvo importantes encargos, entre los que destacan las comisiones del emperador Maximiliano I, el elector de Sajonia, el duque Guillermo IV de Baviera, así como otras de importantes familias, entre ellas la de Hieronymus Imhoff.

El episodio del Santo Entierro, que se representa en esta tabla alargada, corresponde concretamente al traslado del cuerpo de Cristo envuelto en el sudario, tema que tiene sus primeras representaciones en el siglo XV y cuyas pautas de composición dio Italia. El Santo Entierro, que fue un tema popular a finales de la Edad Media, aparece brevemente mencionado en los cuatro Evangelios y había sido tratado, entre otros, por Mantegna, Rafael, en 1507, en la célebre composición de la Galleria Borghese, y por Durero, del que se conservan diseños de 1521 en el Germanisches Nationalmuseum de Núremberg.

El Santo Entierro se dio a conocer a la crítica en los años treinta del siglo XX, tras la exposición de Múnich. La tabla lleva en el ángulo inferior izquierdo, justo en el canto frontal de la piedra que va a cerrar la sepultura, el escudo de la familia Peutinger. Encima de él hay unas iniciales que se han puesto en conexión con uno de sus distinguidos miembros, Konrad Peutinger, que fue además el intermediario a través del que Burgkmair consiguió los encargos de Maximiliano I. Feuchtmayr pensó que esta tabla podía haber sido la escena central de la predela del Altar de la Crucifixión, conservado en la Alte Pinakothek de Múnich, encargado por la familia Peutinger. Lübbeke publicó un fotomontaje de este altar en el que mostró el efecto de la propuesta de Feuchtmayr y en el que analizó las dificultades que se producían al integrar esta pieza del Museo Thyssen-Bornemisza en el tríptico. El primer inconveniente que se detectó fue una diferencia importante de proporción entre la tabla central del altar con la Crucifixión y la del Santo Entierro, que producía una disfunción entre las imágenes. El segundo problema era la escasa armonía que desprendían las puertas exteriores del tríptico con las figuras de san Segismundo y san Jorge.También subrayó las diferencias que existían entre los halos y el colorido de las ropas que san Juan lleva en la Crucifixión y en el Santo Entierro. Esta historiadora propuso la posibilidad que la tabla del Museo hubiera estado destinada, como predella, de un conjunto similar al que se detalla en un dibujo de Burgkmair conservado en el Nationalmuseum de Estocolmo. En ese diseño el artista ideó como pieza central de un altar una Resurrección de Cristo, que remata en la zona inferior con un Santo Entierro. La pintura del Museo Thyssen-Bornemisza está próxima, en cuanto a su ejecución, a dos de las obras maestras del pintor: el Altar de san Juany el ya mencionado de La Crucifixión, conservados ambos en la Alte Pinakothek de Múnich.

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