Retrato de un joven
Andrea Solario era hermano del escultor Cristoforo Solario, al que se conocía con el apodo de Il Gobbo (el jorobado) y a quien acompañó a Venecia hacia 1490, de donde regresó a Milán en 1495. En 1507 el artista fue requerido por el cardenal d’Amboise para decorar una capilla en el castillo de Gaillon, sede del arzobispado en Normandía. Solario regresó a su ciudad natal en 1509, de donde posiblemente se ausentó hacia 1514 para visitar Roma. La producción de este pintor, así como su personalidad, ha ido perfilándose a través de una serie de estudios iniciados en el siglo XIX, que dieron su fruto a lo largo de la centuria pasada, cuando se publicaron varias monografías que intentaron ajustar su catálogo, ya que muchas de sus pinturas estuvieron atribuidas erróneamente a otros pintores de su ámbito artístico. En sus composiciones se encuentran notas de pintores como Antonello da Messina y Leonardo da Vinci, así como huellas de la pintura de los Países Bajos, concretamente de los artistas flamencos que pudo conocer en colecciones tanto italianas como francesas.
Retrato de un joven estuvo en la colección británica de lord Leconfield, en Petworth Park, e ingresó en la colección Rohoncz en 1928, procedente de la galería Paul Cassirer. La tabla está registrada en las publicaciones editadas por Villa Favorita desde 1930, fecha en la que fue expuesta en la Neue Pinakothek de Múnich. Sin embargo, en 1854, fue recogida por Waagen como obra de la escuela de Giovanni Bellini. Esta atribución fue rechazada por Berenson, que consideró la pintura un trabajo temprano de Andrea Solario. En esta línea se expresó Rudolph Heinemann en el catálogo de la Colección de 1969, así como Borghero y Watteville. Suida, por su parte, la incluyó dentro de la producción de Giovanni Bellini cuando hizo su comentario a los italianos de la colección Rohoncz, tras su presentación en la muestra de Múnich.
La tipología de este retrato parte del modelo propuesto por Antonello da Messina, que tuvo una amplia difusión dentro de los círculos venecianos. Este joven, sobre un fondo muy oscuro que llega a fundirse con su traje y con su sombrero, emerge con fuerza de ese plano recibiendo la luz en su rostro a través de un foco colocado a la izquierda. De busto y de tres cuartos, el hombre se coloca detrás de un estrecho parapeto encargado de dar profundidad al primer término. Las facciones de su rostro están bien perfiladas, como se aprecia en la forma de la nariz y en la boca, de labios apretados, que es uno de los factores de los que se vale el artista, junto con la mirada, para ahondar en el personaje.
La pintura fue atribuida por David Alan Brown a Antonio Solario (activo hacia 1502-1514). Brown consideró que tanto el tratamiento que en esta tabla se da a las carnaciones, así como la expresión del joven y las reminiscencias bellinianas que destila la cabeza, no son rasgos característicos de Andrea Solario. Según este crítico, estas notas entroncarían con la personalidad de Antonio, a quien, con reservas, asignó el retrato.
Mar Borobia