Retrato de Antonio Anselmi
Esta pintura se dio a conocer, en 1905, en un artículo firmado por Friedrich Rintelen. En este texto se registró ya el nombre del personaje retratado, que pudo identificarse gracias a una antigua inscripción, no original, en el reverso de la pintura. Esta inscripción, además, facilitó la fecha del lienzo, los años que Anselmi tenía en ese momento, que eran treinta y ocho, y el nombre del pintor.
El lienzo perteneció a la colección berlinesa de W. von Dirksen, donde estuvo entre 1906 y 1909, fechas en las que su propietario prestó el cuadro para dos exposiciones celebradas en el Kaiser-Friedrich Museum de Berlín. Posteriormente pasó por las galerías F. Steinmeyer de Lucerna, en 1924, y Haberstock de Berlín, en 1928. A esta última la adquirió Heinrich Thyssen para su colección.
En la década de 1550, en la que se inscribe el óleo, se inicia la última etapa de Tiziano. A finales de este decenio, en 1558, morirá el que fue su más insigne cliente, Carlos V, y al año siguiente lo hizo su hermano Francesco. Pero en este periodo también comenzaron los contactos con Felipe II, siendo de esos años la primera correspondencia entre el monarca español y el pintor, así como el envío de obras desde Venecia.
Antonio Anselmi (1512-hacia 1568), de origen boloñés, era un erudito, amigo de Benedetto Varchi, que trabajó como secretario para el cardenal Pietro Bembo —personaje del que se conserva, en la National Gallery of Art de Washington, un retrato de Tiziano— y, más tarde, entró al servicio del obispo Ludovico Beccadelli —cuyo retrato, igualmente de Tiziano, se conserva en los Uffizi—. Anselmi también fue poeta y literato, y mantuvo correspondencia con Pietro Aretino.
La obra, como indicó Harold E. Wethey, corresponde estilísticamente a la década de 1550 en la trayectoria del artista. En esa época, Tiziano solía utilizar para sus retratos un formato de tres cuartos, más que el de medio cuerpo empleado aquí. Wethey, que subrayó este hecho, comentó que tal vez esa elección estuviera directamente relacionada con el encargo hecho al pintor. Tiziano, además de esta particularidad, dejó el cuadro sin acabar, como se aprecia en el ángulo inferior derecho, donde detectamos una superficie sin determinar en la que el personaje apoya su brazo izquierdo. En este retrato, el pintor centra toda su atención en el rostro, completamente acabado, que emerge de un fondo en el que se funden traje, cabello y barba. Tan sólo el blanco del cuello de la camisa y el remate en piel que lo enmarca se destacan, contribuyendo a resaltar todavía más las facciones y especialmente la mirada. El cuadro, como la crítica ha subrayado, consigue una soberbia caracterización con una gran economía de medios.
Tintoretto, unos años más tarde, retrató de nuevo a Antonio Anselmi, pero, en esta ocasión, en un formato de más de tres cuartos, con un paisaje y vestido como senador de la República. Este lienzo se conserva en el County Museum of Art de los Ángeles.
Mar Borobia