Interior de una taberna
La vida de los campesinos y de las clases más populares fueron por excelencia los temas de las pinturas de Adriaen van Ostade. Partiendo de los modelos trazados por el flamenco Adriaen Brouwer y de interiores organizados con pocos colores y enérgicos contrastes de claroscuro, sus ruidosos personajes se instalarán en tabernas bebiendo, fumando o peleando. De Adriaen van Ostade se conserva una extensa producción no sólo de pinturas, firmadas y fechadas en gran número, sino de dibujos y grabados que permiten reconstruir su carrera sin mucha dificultad. Esta pintura está fechada por el pintor en 1661, en su etapa de madurez, un año antes de convertirse en decano del gremio de pintores de San Lucas en Haarlem, donde precisamente en 1661 ocupaba el cargo de hoofdman. Pese al tema de estos cuadros, con un alto nivel de calidad que se mantiene hasta su última etapa, su pintura irá evolucionando en técnica y composición, al igual que las actitudes y movimientos de sus rústicos personajes.
En esta tabla Van Ostade centra la atención del espectador en dos puntos de la composición que subraya al recibir ambos una adecuada iluminación. Es el caso del personaje instalado en la silla en primer término, que recibe la luz por la izquierda, y del grupo de jugadores, colocado al fondo de la estancia, alrededor de una mesa, que distinguimos por la claridad que entra a través de la amplia cristalera emplomada. En la década de 1660 Van Ostade había abandonado ya las bulliciosas composiciones de sus inicios y prefiere presentarnos unos interiores con pocas y tranquilas figuras, elaboradas con una técnica cuidadosa y un suave claroscuro. El pintor ira prestando cada vez mayor atención a los numerosos detalles que inserta en sus óleos, como es caso del excelente bodegón que aquí se expone sobre el taburete triangular, entre cuyos objetos encontramos una jarra y una pipa. La gama cromática con la que construye esta escena de la vida cotidiana contiene un predominio de ocres y marrones que combinan con vistosas manchas de azul, verde y gris usadas para las ropas de las figuras o para el gastado cortinón que divide los ambientes de la taberna.
En este local Ostade recrea algunas de las actividades que los grupos más populares practicaban en sus ratos de ocio, como el juego, el tabaco y la bebida. El tablero de backgammon es el centro de interés, junto con el tabaco, de los tres personajes arrimados a la ventana, y la bebida y, de nuevo, el tabaco, el del hombre sentado en el centro. Según parece, el brandy fue un licor barato revestido de cierta novedad entre las clases humildes. En ocasiones, con estas actividades se han hecho lecturas que han asociado la bebida con el ocaso de una Edad de Oro y el juego con una dependencia en la vida del factor suerte.
Esta pintura se ha relacionado con un dibujo conservado en Dusseldorf y con un óleo que perteneció a la colección de Charles T. Yenkes con el que guarda un acusado paralelismo el hombre que Van Ostade ha colocado en el primer término en la tabla del Museo Thyssen- Bornemisza.
Mar Borobia