Fumador
Esta pequeña tabla, en la que se representa un motivo recurrente en la pintura de género flamenca y holandesa del siglo XVII, entró en la colección Thyssen-Bornemisza en 1928. La pintura se compró en Múnich, en la galería de los marchantes E. A. Fleischmann’s Hof-Kunst -handlung y participó dos años más tarde en la primera exposición que dio a conocer por aquel entonces esta Colección. La pintura fue adquirida como obra del pintor holandés Pieter Jansz. Quast, siendo publicada con esta autoría en los catálogos de la colección hasta la revisión de Gaskell en 1990. Burchard, cuya opinión se recogió en las ediciones de 1937 y 1958, la consideró, sin embargo, obra de Adriaen Brouwer, y Ebbinge Wubben, que la publicó en 1969 como Quast, manifestó en su comentario lo poco convincente que resultaba la atribución. Quast trabajó los temas militares y la vida de los campesinos, imprimiendo a los personajes de sus cuadros un toque caricaturesco. Su obra registró la influencia de Adriaen Brouwer, a quien, según la crítica, pudo conocer en Amsterdam o en Haarlem.
La figura, que refleja en la cabeza y en el dibujo una buena calidad, guarda relación, como ha apuntado Gaskell, con algunas figuras secundarias de fumadores de Brouwer que aparecen en pinturas como las conservadas en la Mauritshuis de La Haya, en la Alte Pinakothek de Múnich y en una colección privada alemana. De nuestro personaje, además, se conocen dos versiones: una perteneció a la colección de Maurice Kann, hoy en paradero desconocido, y la otra, con unas dimensiones un poco mayores a esta pintura, pertenece al Städtische Suermondt-Museum de Aquisgrán. Comparando ambas imágenes, la pintura de Aquisgrán se diferencia de la del Museo Thyssen-Bornemisza en que su interior, donde está instalado el fumador, es más amplio, y en él además se colocan algunos enseres al fondo de la estancia; en términos generales, la figura, de un tamaño menor, se sitúa mejor en su ámbito. La existencia de estas dos versiones llevó a Gaskell a plantearse la posibilidad de que estuvieran basadas en alguna obra perdida de Adriaen Brouwer o en algún diseño de este maestro, empleado, en nuestro caso, por un seguidor anónimo. Este artista desconocido interpretó, con una pincelada fluida y con una reducida paleta, una figura característica de las tabernas y posadas de los Países Bajos, de las que dedicaba su tiempo libre, en estos locales, a dos pasatiempos: la bebida y el tabaco.
Mar Borobia